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¿Víctima del estrés?

Con claridad de pensamiento, algo de creatividad, sentido del humor y acciones concretas podemos sortear los contratiempos tangibles de la cotidianidad. ¿El niño se enfermó? Llévelo al médico. ¿Se dañó el calentador? Báñese con agua fría que tonifica el cuerpo. ¿Peleó con el jefe? Respire profundo y trate de conciliar. ¿Cachos a la vista? Tome una decisión. Es que cómo afrontamos la vida es una cuestión de actitud.

Pero ¿y cómo desafiar las situaciones críticas que no podemos controlar, que nos agobian, nos sacan de quicio, nos estresan y nos sumergen en un estrecho laberinto donde explotan emociones tan dañinas como la rabia, el enfado, el miedo, la impulsividad y la imprudencia? Pues dejando en reposo por un rato “lo que es” y “lo que debería ser” para aprender a identificar, reconocer, aceptar y asumir los hechos. Solo si abordamos este proceso desde nuestra espiritualidad podremos agregar herramientas emocionales que nos permitirán afrontar las adversidades con una actitud individual más positiva. Hay que recordar que en el seno del sistema familiar al cual pertenecemos, lo bueno y lo malo que le pasa a uno, le pasa a todos por igual.

Y como el mejor antídoto contra la desventura parece reposar en el interior de cada ser humano, hoy nos acompaña Félix Sánchez, sicoterapeuta, quien desde una ventanita nos explica que “mientras más culpables busques y más pienses que no puedes resolver los problemas del entorno porque crees que la solución no está en tus manos, más impotente te sentirás y más te afectarán negativamente. Y precisamente ese sentimiento de impotencia lo transmitirán al microcosmos social que es la familia”.

La tendencia natural debería apuntar hacia la optimización del ser humano, -afirma- a que los individuos estén cada día mejor, se desarrollen, se realicen como personas y logren trascender con éxito sobre la base de la comprensión, la justicia y el amor, entre tantos otros valores que también se aprenden. Hacia allí debería apuntar la vida.

El núcleo familiar ha sido víctima de la sociedad de consumo y del proceso de culturización que ha impuesto los valores materiales. Por eso es importante integrar los polos corporal y espiritual para recuperar la congruencia individual y así tener herramientas para impactar positivamente sobre uno mismo, y después sobre la familia y la sociedad.

INTEGRAR VALORES

“Hay que usar la creatividad, tomar lo bueno de lo malo y ver los problemas como oportunidades para desarrollar ese individuo congruente a quien no lo anula nada ni nadie”. En este sentido, Félix Sánchez destaca la importancia de vivir intensamente cada situación, por más dolorosa o incómoda que ésta sea, para fortalecer la personalidad agregándole valores que nos ayudarán a adaptarnos a una nueva dinámica social.

“Quienes no internalizan los conflictos son incapaces de resolverlos, y en consecuencia se anulan porque asumen el papel de víctimas. No saben cómo hacer un manejo sano de los contratiempos, tampoco están preparados para buscar nuevos recursos y plantearse alternativas diferentes, y terminan viviendo duelos eternos entre la impotencia, la rabia, la insatisfacción, la depresión, y una carga de estrés que enferma”, agrega.

Lo que persiguen los psicoterapeutas de la Escuela Gestalt es que cada individuo se conozca mejor, se haga más consciente de sí mismo y actúe en concordancia con lo que necesita en la vida modificando patrones poco convenientes que a veces están muy arraigados, -agrega. “Buscamos que desde ese descubrimiento sea capaz de identificar las situaciones que le afectan, reconocer cuáles son los valores que debe integrar a su manera de ser, aceptar su responsabilidad individual para tener elementos que favorezcan la dinámica familiar y social, y por último, asumir que de él depende sentirse bien o seguir sintiéndose mal.

SIN PASTILLAS CONTRA EL ESTRÉS

Factores de riesgo como sedentarismo, tabaco, alcohol, obesidad y mala alimentación se pueden combatir porque son tangibles -agrega-; pero no hay ni receta farmacéutica ni pastillitas milagrosas para eliminar el estrés. “Sabemos qué es y el daño que hace, pero no tenemos la clave médica para eliminarlo.

“No hay una solución única, pero sí remedios en sus múltiples aristas. La clave es ser consciente, explorar dentro de uno mismo para descubrir qué es lo que nos está generando el estrés y proponernos un cambio en el estilo de vida que nos permita manejar en positivo los problemas del entorno. Vivimos en una sociedad agobiante, pero si no modificamos ciertos hábitos y adoptamos otra actitud, el estrés nos acompañará como una sombra de por vida”, concluye.

ALIMENTOS CONTRAINDICADOS

• Bebidas energéticas ricas en cafeína y azúcar porque alteran el sistema nervioso y producen cansancio e insomnio.

• Alimentos picantes que potencian el estrés responsable de problemas digestivos como colitis y gastritis.

• Dulces ricos en calorías que elevan el cortisol, hormona relacionada al estrés.

• Papas fritas ricas en carbohidratos y grasas saturadas que inyectan energía, pero elevan los niveles de estrés.

• Los alimentos muy salados elevan la presión sanguínea y te hacen sentir estresado.

• Alimentos procesados ricos en sodio, grasas y azúcares, una bomba que puede elevar los niveles de cortisol, favorecer la retención de líquidos y elevar la presión arterial.