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Reflexiones de semana santa

Cada año se celebra una semana santa para recordar la muerte de nuestro Señor Jesucristo.  Para aquellos que se van de vacaciones es una semana muy corta, pero para aquellos que permanecen en sus casas, es muy larga.

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 Son objetivos diferentes, pero al fin termina la semana y todo vuelve a su normalidad. Siete días y más, que dejan grandes resultados en las personas quienes aprovechan estos días con propósitos definidos. De ahí que, la mayoría espera esta semana como la panacea de su tiempo.

Semana santa no se celebra como mandamiento de Dios, sino, una escogencia de los pueblos, especialmente del catolicismo, una de las corrientes principales del cristianismo. Hacen varios siglos que se ha estado llevando a efecto esta celebración, y creo que ha sido de bien, pues es una manera sabia de presentar el evangelio a los pueblos paganos.

Sin embargo, debo decir que se requiere un mayor cuidado para la obtención del objetivo, y que no se convierta en acto vano. De ahí que, las iglesias cristianas, en su mayoría, de una forma u otra se integran a esta fiesta.

La doctrina de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, es el fundamento del cristianismo y por ende de todas las iglesias. Esta muerte no fue debido a pecado personal del Sujeto, sino que muere por los pecados de la humanidad; es la solución que Dios dio a la crisis pecaminosa del ser humano. Por eso, aclarar las verdaderas razones de su recordatorio es importante, pues no es un acto meramente humano, sino divino.

Las iglesias no deben paganizar ni secularizar la conmemoración de la muerte de Cristo. Desde el inicio de la humanidad, Dios había profetizado la muerte del hijo de mujer, como forma de destruir la obra que el diablo había hecho en el hombre. Satanás engañó a la mujer (Eva), mientras Dios bendijo a la mujer María, con el nacimiento de su Hijo.  En tal sentido, está escrito: «Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar» Gén. 3:16.

El pueblo de Israel como descendiente de Abram, sería el escenario y protagonista de semejante bendición divina. Está escrito: «Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra» Gén. 12:1-3.

Semana santa, nos presenta el cuestionamiento hecho por Pilato a Jesús, en el sentido de si él era el rey de los judíos, cosa que no negó y más bien lo afirmó y «mi reino no es de este mundo». Jesús era el Rey de los Judíos en sentido espiritual y además de todos los creyentes en él. De ahí que, Jesús era la persona que debía asumir el trono de David, como Dios había profetizado. Y el ángel Gabriel lo indicó a María, diciéndole: «María no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin» Luc. 1:30- 33.

Semana santa es para reflexionar en el personaje central de ella, JESUCRISTO. En él se cumplen las profecías de Rey, de Sumo Sacerdote y de Profeta de Dios, y como tal debe ser adorado, respetado y obedecido. ahora bien, no debe verse como simple teoría para el intelecto, sino como una convicción y vocación de fe y razón que permitan una comunión con él. Como Rey, tiene todo dominio; como Sumo Sacerdote, entró con su sangre al lugar santísimo (el cielo) para justificarnos ante Dios Padre y; como Profeta es la autoridad para hablarnos la palabra de Dios

En Jesucristo, se conjugan el ser autor y consumador de la fe del cristiano, como una evidencia histórica de la fe de Abraham. Asimismo, en él se manifestó el amor de Dios, con su misericordia para con la humanidad, puesto que ésta había roto la comunión con Dios desde el Edén. Ahora tenemos en él la gracia para volver a esa comunión y poder gozar de los deleites de Dios, especialmente a las promesas hijos de Dios y de la vida eterna.

En semana santa, se recuerda vida, enseñanzas, instrucciones y hechos de Jesús, en sus últimos días, antes de subir al Padre. Es interesante, poder tener con nosotros formas de recrear estas verdades en a los hombres, a través de radio, televisión, redes sociales, personal en hogares, e iglesias. No es una semana perdida en lo espiritual, más bien, es como una bofetada a la conducta de Judas Iscariote, quien prefirió treinta monedas de plata, antes que al Señor Jesucristo.

Semana santa es única como expresión cultural, pero a la vez, es de singular importancia para volcarnos a una vida espiritual, santa, de fe y de comunidad cristiana. Reflexionar, con la negación a la lujuria, lascivia, glotonería, borrachera y otras conductas carnales.

Celebre su semana santa, pero santifíquese en Dios, viva para bienestar del prójimo y edifíquese en sí mismo. La lectura de la Biblia es útil para todos. Cuídese y cuídenos.   

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