Venezuela
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1948, cuando algunos venezolanos solicitan una intervención de EEUU

Permanecía cerrado el puerto de Maracaibo para aislar a «los malcontentos», como empezaba a titularse a los partidarios de José Antonio Páez,que pretendían separar al  Zulia de Venezuela. En Maracaibo prendía el secesionismo como vacuna que hace burbuja y pone fiebre alta. Por las calles circulaban manifestantes que gritaban «¡Abajo el Gobierno!».

La juventud opinó por el desconocimiento de Monagas y el gobernador Aniceto Serrano emitió un documento que se iniciaba afirmando:

«Maracaiberos: el monstruo horrendo de la anarquía se ha desencadenado, y los últimos sucesos que han tenido lugar en la capital de la República (habla del asesinato del congreso cuyos diputados preparaban una destitución sorpresiva de José Tadeo Monagas de la presidencia de la república con apoyo de soldados norteamericanos y fue invadido por lincheros monagistas uno de los cuales –se dijo que Ezequiel Zamora- clavó una bayoneta en la espalda al principal conspirador, Santos Michelena) nos revelan que se ataca nuestra libertad y garantías. El asesinato de nuestro Representante al Congreso, la violación de todos los derechos del hombre, arrancándole al resto despavorido de nuestros legisladores actos oprobiosos y tiránicos, son los frutos que ha recogido la actual administración de su arbitrario sistema de terror y de venganza. En la crítica situación, tócanos precavernos de las calamidades que nos amenazan, e impedir que se turbe nuestro envidiable reposo, dando una prueba más al mundo de que somos dignos hijos de Venezuela y fieles sostenedores de la Constitución y de las leyes que garantizan nuestros derechos sociales».

El 6 de febrero se proclamó el desconocimiento del general Monagas y se procedió a actuar con independencia de Caracas:

«Aprobada y publicada el Acta, se declaró el Gobernador Jefe de la Provincia con facultades omnímodas, con una Junta. Apréstase, pues, el pueblo a la guerra: fórmanse cuerpos militares, ármase una escuadra —apunta Juan Besson con  tono de cronista que fue testigo de los hechos, y añade—: Preciso es confesar que la opinión pública se ostentaba hasta en el aire; no había un maracaibero que no perteneciera a la revolución oligarca». 

Lo de «oligarca» viene de que el movimiento se gestaba en el Concejo Municipal de Maracaibo, formado en su totalidad por “notables” regionales, de fuerte vocación secesionista. El embajador  norteamericano Shields, en su comunicación de fecha febrero 1848 afirma:

«La provincia de Maracaibo, la más importante en toda la porción occidental de la república, es dicho haberse pronunciado con un acuerdo en oposición a la administración de Monagas y en favor de una separación de la República de Venezuela hasta la caída de dicha administración y el reestablecimiento de la Constitución y libertades del país». 

Lo de «hasta la caída de dicha administración y el reestablecimiento de la Constitución y libertades del país» es un decir que saldrá cada tanto. Según el periódico regional La Mariposa,

«Al separarse, pues, Venezuela del resto de Colombia, el 26 de noviembre de 1829, debió caber a Maracaibo igual suerte puesto que componía parte de ésta; pero bien sea por la gran distancia y ningunas relaciones que para aquella época existían entre Caracas y esta plaza, o bien por el afecto que la generalidad de sus habitantes profesaban al general Simón Bolívar, Maracaibo no siguió el movimiento de los otros Departamentos sino que al recibir la noticia de la separación se convirtió en teatro de discusiones y de dudas. Unos pretendían unirse a la Nueva Granada, otros formar un estado independiente o hanseático, y otros finalmente seguir el pronunciamiento de Venezuela». 

Es interesante lo que dijo en aquel momento de disolución de la Gran Colombia un diputado partidario del «estado hanseático», nombre que puede traducirse como «república del Zulia»:

«Desengáñese el que pretenda embaucarnos con ilusiones: Maracaibo lo que quiere es libertad neta, federación pura y limpia. Maracaibo aborrece de muerte el gobierno central aunque se lo pinten con los diversos colores del iris, y aunque se establezcan las Juntas Provinciales, porque siempre es centralismo, porque ya éste nos ha producido un tirano…»

Habla de Simón Bolívar: «…y las cadenas, como dice un antiguo, aunque sean de oro, no dejan de ser cadenas…»

José Antonio Páez, desde su cuartel de Calabozo, lanzó una alocución al pueblo venezolano, declarándose en campaña como jefe de un ejército que recuperaría las libertades públicas «mancilladas por el tirano», vale decir por Monagas. 

Llegaban cada día a Maracaibo de todos los puntos de la República, personas de todas clases, ricos propietarios, comerciantes, literatos, políticos, etcétera, ansiosos de sumarse a la rebelión cuyo jefe, Aniceto Serrano, era muy «notable» y muy popular. El general Judas Tadeo Piñango y el coronel de marina José Celis, que aportó varios buques, llegaron a sumarse. Y también otros buques, uno de los cuales se llama General Jackson y es regalo de la colonia estadounidense en Caracas. Se contaba en lo marinero con el capitán Nicolás Yoly y en lo militar con Agustín Codazzi, que fuera uno de los hombres de Luis Aury, vale decir, poseedor de antecedentes napoleónicos, anexionistas hacia los Estados Unidos y antibolivarianos. Cada día se esperaba al General Páez. Paecistas se pronunciaron en Chaguaramas, Mérida, Casicure, Trujillo, Coro, Paraguaná; el único buque armado del gobierno, la goleta Constitución, defeccionó a favor de Páez.

Mongas decretó entonces la formación de un ejército de diez mil hombres y el 10 de marzo, en el banco de Los Araguatos, el general José Cornelio Muñoz, al frente de quinientos lanceros, infligió una derrota al general Páez. Asombro, desconcierto corre por toda Venezuela. Shields atribuirá el hecho a una traición. 

Mas se esperó a Páez entonces en Maracaibo, pero se supo que había pasado la raya de Nueva Granada. Entonces los revolucionarios de Maracaibo resolvieron enviar una misión al gobierno de los Estados Unidos. El vicecónsul británico, Mackay, lo informa al embajador de Inglaterra, intensamente hostil  los Estados Unidos, Wilson, con fecha 17 de abril (1848): 

«Se dice que los señores Manrique y Palenzuela saldrán en un buque para Curazao y de allí para los Estados Unidos en demanda de la intervención de esa República y para tratar de obtener suministros. Los ha inducido a tal misión la opinión expresada por el presidente Polk sobre el suceso del 24 de Enero en Caracas, opinión que conocieron por el New York Herald…».

El coronel Wilson, ex edecan de Bolívar y embajador en Bogotá, escribe a su vez: 

«De los inclusos extractos de despachos del señor vicecónsul Mackay de 17 y 18 del pasado, aparece que, como último recurso, se ha enviado al señor Juan Manuel Manrique a los Estados Unidos en solicitud de la intervención de esa República en favor de la causa de los malcontentos».

Suena natural esto de «último recurso» tras el alejamiento de Páez. Añade Carcciolo Parra Pérez: 

«Manrique marchó, en efecto, a Curazao, y de allí y con fecha 29 de abril, escribió a Shields una carta cuyos principales párrafos damos a continuación:

“El infrascrito —dice el antiguo secretario de Relaciones Exteriores de Venezuela—, debidamente autorizado por la Junta de Gobierno de la provincia de Maracaibo, y cumpliendo las instrucciones que de ella ha recibido, tiene el honor de dirigirse al Señor Encargado de Negocios de los Estados Unidos cerca de la República de Venezuela, (Shields) llamando su atención hacia el estado en que ésta se encuentra desgraciadamente, y excitándole a que a nombre del Gobierno de los Estados Unidos obre de una manera eficaz cerca del que continúa ejerciendo el General José Tadeo Monagas, para impedir que consume la obra principiada de destruir la forma de gobierno reconocida por la República y que continúe el derramamiento de sangre en una guerra fratricida que acaso podrá durar muchos años”.»

Después de presentar «una breve reseña de los hechos acaecidos recientemente», reseña que Shields no necesitaba porque los conocía a fondo, Manrique prosigue:

«El infrascrito haría un agravio a la conocida ilustración de S. Sria. si pretendiese extenderse sobre las fatales consecuencias que deben esperarse del inmoral atentado del 24 de Enero último (asesinato del Congreso), y sobre la necesidad en que, por simpatía y por la defensa de sus propios intereses, se encuentra el gobierno de los Estados Unidos de mezclarse en la cuestión política del país. (Venezuela)Interponiendo su poderosa mediación para que el General Monagas, dejando obrar con entera libertad al Congreso, se someta al fallo de este Soberano Cuerpo, y cooperando de esta manera al restablecimiento del orden legal en Venezuela, el gobierno de V.S. haría un importante servicio a la causa de la humanidad y de la libertad americana».

Se pide a los Estados Unidos que saquen a Monagas de la presidencia. Para terminar, Manrique solicita formalmente la mediación de Shields:

«La junta de Gobierno de Maracaibo tiene conocimiento de las órdenes emanadas del Gabinete de Washington para la protección de sus nacionales y aun de los mismos venezolanos amenazados por los trastornos a que ha dado motivo el atentado del 24 de Enero, y de la desaprobación manifestada por el Gobierno y pueblo de los Estados Unidos hacia un hecho tan bárbaro y criminal».

Cuando el cronista y testigo Besson habla de «la revolución oligarca» nombra a los «notables», sus conocidos y amigos, siempre separatistas. Y separación del Zulia hace una combinación explosiva con los mapas de Schomburgk y con el interés de Inglaterra en las bocas del río Orinoco que señalaba Shields como un peligro en su correspondencia. Notemos que tales expresiones contrapunteaban con otras de mal disimulado entusiasmo por la república del Zulia y con las expresiones de solidaridad con Páez, abundantes en dicha correspondencia.

 ¿Qué hay aquí? ¿Por qué se están moviendo el Zulia y el Orinoco al mismo tiempo, en una simultaneidad conflictiva igual a la que sucedió en 1797, cuando los ingleses tomaron posesión de Trinidad y se hicieron presentes en Guayana? 

Para explicar esto conviene apelar a la geopolítica de los ríos Meta y Orinoco. Resumidamente, el poder del Orinoco se ejerce tanto hacia el sur, en vía a Brasil y río de la Plata, como hacia Colombia, donde se desarrolla por el río Meta llegando hasta la proximidad de Bogotá y tiene virtualidades de canalización hacia el Océano Pacífico por la región de Buenaventura, lo que lo convertiría en un canal interoceánico. Un Zulia independiente tapona esa vía, mejor dicho, está en capacidad de taponarla. Si la Guayana Esequiba es una llave inglesa al Orinoco, la república del Zulia es una llave de clausura. ¿De qué nacionalidad será? El «canciller» Manrique no iba a Londres a buscar apoyo contra Venezuela, se embarcaba para los Estados Unidos, lo cual dice todo. Si el Orinoco está influido por el inglés, debilitar su influencia y sobre todo su alcance a Colombia, aparece como interés de Norteamérica. Y si tal Estado tapón fuera protectorado norteamericano propendería a estar garantizado en su supervivencia, incluso con barcos y cañones de los que pedía Shields a Buchanan enviar urgentemente. Estas razones no niegan otras, también de alta rentabilidad de una secesión de la región zuliana, por ejemplo la feracidad magnífica que el lago de Maracaibo le garantiza, por ejemplo las ventajas del dicho lago como fondeadero de barcos muy protector. En esa época no se conocía el petróleo, o se lo empezaba a conocer…

La interpelación central

Pero viene la interpelación central. ¿Por qué están sucediendo estas cosas en enero de 1848? La rivalidad británico-norteamericana es histórica, tiene pasado y tendrá futuro, ¿Por qué está acelerada en esos momentos? Otro contexto, el continental, parece ofrecer la respuesta a esta pregunta. De cuatro años antes venía la doble remezón, clima de amenazas británicas en el Esequibo y clima de amenazas de Estados Unidos a México. La Gran Bretaña vive las amenazas norteamericanas a México como una agresión y los Estados Unidos, como lo demuestra la correspondencia del cónsul Shuelds, norteamericano, viven la presión inglesa sobre el Eseuibo como un amago a su patio trasero. Esta es la síntesis. Y para ver las alineaciones nótese que Alejo Fortique no es enviado a Washington a impetrar ayuda frente al poderoso enemigo inglés, por el contrario, las exigencias inglesas de neutralización del río estuvieron cerca de ser aceptadas en 1846.  

Pero, sorpresa, los Estados Unidos triunfan robándose más de la mitad de México. La derrota mexicana es también de Inglaterra, que no actúa en Texas por temor a una respuesta norteamericana en su colonia de Canadá. 

Y se llegaba a 1848, a este enero en que se estaba firmando la rendición de México, su aceptación del despojo de la mitad de su territorio por los Estados Unidos. Cambia el mundo, se inicia una época de poder casi absoluto de los Estados Unidos.

Y con la victoria viene la popularidad. Muchos ensayistas e intelectuales venezolanos habían pasado de antinorteamericanos a admiradores de mister Polk, o de su sucedor el general Zachary Taylor, conquistador de Texas, Arizona, California, Colorado, Nuevo México, Nevada, Utah y parte de Wyoming. Taylor emitió un mensaje (4 de diciembre de 1849) que se interponía entre las aspiraciones británicas y las naciones hispanoamericanas:

«Los Estados Unidos son la gran potencia americana a quien tendrán como su aliado y amigo natural los Estados de Hispanoamérica, primero en procura de su mediación y de su ayuda en caso de cualquier conflicto entre ellos y las potencias europeas.

Con emoción similar a la que invadió a la mayoría de las cabezas políticas del mundo cuando se derrumbó la URSS, muchos políticos venezolanos y seguramente latinoamericanos  desean abandonar a la achacosa Inglaterra y adscribirse a corrientes que, dentro de los partidos, buscan la anexión de los países hispanoamericanos a la nueva y omnipotente potencia. Claro, es cosa que no se puede nombrar, es renuncia a la Independencia, traición a la Patria, pero puede suceder o intentarse en aquel mismo año, sería una extensión de los acontecimientos mexicanos. En próximo artículo se verá el alzamiento norteamericano de Páez y la petición de Fermín Toro de una intervención norteamericana en Venezuela.