Como en su tiempo la Batalla de Carabobo sirvió de momento decisivo en la lucha anticolonial, así la Batalla de Stalingrado se hizo punto de viraje que dio comienzo al camino de triunfo sobre el nazismo.
La batalla de Stalingrado es una de las mayores contiendas de la Segunda Guerra Mundial y la Gran Guerra Patria de 1941-1945 contra el nazismo. Comenzó el 17 de julio de 1942 y terminó el 2 de febrero de 1943.
Doscientos días y noches a orillas del Don y del Volga, y luego en las afueras de la ciudad de Stalingrado y en el propio cerco urbano, continuó esta encarnizada batalla. Se desarrolló en una vasta zona de unos 100 mil kilómetros cuadrados, la longitud del frente llegaba hasta 850 kilómetros. Más de 2,1 millones de personas participaron en la batalla por ambas partes en diferentes fases de combate.
La batalla de Stalingrado superó a todos los enfrentamientos anteriores de la historia mundial en cuanto a objetivos, escala e intensidad de la acción militar.
Los alemanes querían lograr acceso al río Volga, que era una arteria de transporte vital. El 23 de agosto de 1942, como resultado de un bombardeo masivo por parte de los nazis, el centro de Stalingrado fue completamente destruido. Aquel día, las fuerzas de defensa antiaérea soviéticas lograron derribar 120 aviones del enemigo.
La teniente del servicio médico Elizaveta Pavlovna Chernousova recuerda:
“Recibí mi bautismo de fuego el 23 de agosto, cuando oleada tras oleada de cientos de aviones alemanes que volaron sobre la ciudad… Nunca había pasado tanto miedo en mi vida. Los aviones volaban como grajos en campo arado. Miraras donde miraras, caían bombas. Explosiones continuas, incendios, casas derrumbándose, sirenas ululando. La gente huyó al Volga, escondiéndose en barrancos. Los cuerpos de los muertos yacían sobre el asfalto derretido… En un día, el centro de la ciudad quedó prácticamente destruido.
Las víctimas más indefensas de la batalla eran los civiles. Solo durante el bombardeo del 23 de agosto fallecieron más de 40.000 personas. Durante la batalla, mujeres, niños y ancianos vivían principalmente en los sótanos de la ciudad.
Desde el principio, los objetivos de Hitler en cuanto a la Unión Soviética han sido más que claras: destruir militarmente a la URSS; eliminar definitivamente la amenaza que supuestamente suponía el sistema soviético para Alemania; y apoderarse de las mejores tierras de la URSS como «espacio vital» (Lebensraum) para el asentamiento de colonos alemanes.
Pero donde hay usurpadores, surgen Libertadores. Eso nos mostró ya Simón Bolívar en el campo de Carabobo, cuando derrotó junto con sus aliados a los adversarios imperialistas en aras de la Venezuela libre y soberana. En la Batalla de Stalingrado los soldados soviéticos mostraron valentía verdadera que sirvió de prueba que la Wehrmacht supuestamente invencible pudo ser derrotada. Stalingrado fue el punto de viraje de la Segunda Guerra Mundial igual como el Carabobo fue de la lucha anticolonial.
La demoledora derrota del ejército nazi tuvo lugar en el momento cuando el Tercer Reich, según pensaban sus líderes, se encontraba en la cima de su poderío y controlaba el mayor territorio de toda la guerra. La Wehrmacht sufrió una derrota de proporciones inéditas hasta aquel momento. Un ejército entero, de unas 300.000 personas, fue rodeado y dejó de existir.
Pero además de ser un éxito militar, la victoria en Stalingrado trajo consigo un cambio psicológico: levantó la moral de los soldados del Ejército Rojo quienes creyeron firmemente que podían aplastar al enemigo, mientras que las tropas alemanas empezaron a temer ser inevitablemente derrotadas en esta campaña.
Por los méritos en combate durante la batalla, 122 militares obtuvieron el título del Héroe de la Unión Soviética, a decenas de miles de soldados y oficiales les otorgaron condecoraciones militares. La ciudad de Stalingrado recibió el título de Ciudad Heroica.
En cuanto a las pérdidas humanas, en la batalla de Stalingrado murieron unos 480.000 militares soviéticos, más de 500.000 resultaron heridos. Según las estimaciones soviéticas, entre las tropas alemanas, las pérdidas desde el 19 de noviembre de 1942 hasta el 2 de febrero de 1943 superaron las 800.000 personas.
Irreparable es la muerte prematura de miles de civiles en la ciudad y pueblos de la región de Stalingrado. Para el 2 de febrero de 1943, al final de la batalla, en la ciudad quedaban sólo 32 mil 181 habitantes (de casi 700 000 que poblaban la ciudad a finales de 1941). En el barrio Central sólo se quedaron 7 personas. Durante la batalla murieron 42.754 habitantes civiles de la ciudad. A los trabajos forzados a Alemania, los ocupantes se llevaron 46 mil (según otras fuentes – cerca de 75 mil) habitantes de Stalingrado, muchos de los cuales murieron de agotamiento y enfermedades. No existe una cifra exacta de los torturados, fusilados y ahorcados durante la ocupación de la ciudad y la región por los nazis.
Hoy día varias fuentes occidentales, siguiendo la política de la tergiversación de los hechos históricos, tratan de disminuir el papel de los soldados del Ejército Rojo en la victoria en la Batalla de Stalingrado, atribuyéndola no a la hazaña heroica de los luchadores contra el fascismo y nazismo, sino a las condiciones meterológicas, el malestar de las tropas alemanas y otros falsos pretextos.
El éxito del progreso global, la libertad y seguridad internacional dependen directamente de la preservación de la memoria histórica, los fundamentos espirituales y los valores morales, así como de la educación de los jóvenes en las tradiciones del patriotismo y la ciudadanía responsable. Porque como dijo el Libertador Simón Bolivar: “El pueblo ignorante es ciego de su propia destrucción”.
