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Coppelia regresó y brilló en la sala Ríos Reyna

La primera pieza de ballet clásico presentada en la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño volvió en una imponente puesta en escena, que deslumbró a quienes asistieron a sus dos primeras funciones el pasado fin de semana.

El montaje que tendrá dos funciones más el sábado 8 y domingo 9 de octubre, a las 4:00 de la tarde, es llevado a escena por El Ballet Teresa Carreño junto a su compañía juvenil, acompañados por la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, bajo la batuta del maestro Daniel Gil.

Esta versión de Coppélia cuenta además con la participación de los maestros repertoristas Adriana Estrada, Javier Solano, Stella Quintana y Alejandra Paredes.

El primer acto se desarrolla en un escenario como salido de un cuento impreso en tres dimensiones, que logra sumergir a los asistentes a un mundo de muñecas y juguetes donde las aventuras, la picardía y la diversión están a la orden del día.

Más de cincuenta bailarinas y bailarines en escena, ofrecen una coreografía impecable y al la vez divertida, lo que lo hace una puesta perfecta para el disfrute de toda la familia.
La escenografía del segundo acto sorprendió a más de uno pues superó a la anterior, ambas imponentes y sin nada que envidiarle a superproducciones, incluso cinematográficas.

Es en esos escenarios donde se muestra el mundo mágico de un juguetero: Coppelius, quien vive en una misteriosa casa de Galitzia.

En la historia, una de sus creaciones más preciadas es su muñeca Coppélia, a quien todos los días el viejo juguetero coloca en el balcón leyendo un libro.

Pero Coppélia es envidiada por Swanilda, una traviesa habitante de la aldea, que se da a la tarea de hacer todo lo posible por obtener su atención, hasta que descubre a su novio Franz, coqueteando con ella.

Ante esta situación, Swanilda y su grupo de amigas deciden colarse en la casa de Coppelius, mientras Franz hace lo propio por su cuenta pero por el balcón.

A la llegada de Coppelius, Swanilda se ve obligada a tomar el lugar de Coppélia para que no la descubran, haciéndole creer al juguetero que su amada creación cobró vida.

Luego de un buen rato de juegos y bailes con su supuesto creador, swanilda cansada de fingir le muestra la realidad a Coppeluis y a Franz ,su novio, con quien huye de la casa del juguetero.

Un Coppelius enfurecido aparece en las fiestas del pueblo, pidiendo ser indemnizado por la burla y luego de recibir su recompensa comienza la ceremonia de la boda de Franz y Swanilda que termina con un espectáculo de distintas danzas y con el reencuentro del creador y su amada muñeca.

Esta emblemática pieza, estrenada el 25 de mayo de 1870 en la Ópera de París, llegó a Venezuela en 1983 y es también conocida como La muchacha de los ojos de esmalte.