Especialistas aseguran que estos reptiles tienen la capacidad de tolerar condiciones muy difíciles
Los lomos inmóviles de decenas de cocodrilos enormes asoman en la superficie del Tárcoles, otros descansan en la orilla de este río de Costa Rica que a diario vomita neumáticos y plásticos en los manglares del Pacífico.
Unos 2.000 cocodrilos americanos (Crocodylus acutus) habitan el Tárcoles, que nace en la cordillera Central, cerca de San José, y en el que se vierten desde hace décadas residuos de alcantarillas y basura que invaden el ecosistema de su desembocadura, en el golfo de Nicoya.
«Es una zona supercontaminada, pero esto no ha afectado a las poblaciones de cocodrilos», explica a la AFP Iván Sandoval, biólogo de la Universidad Nacional de Costa Rica.
En los márgenes del Tárcoles estos animales descansan al sol impasibles a la contaminación, alimentándose de peces que remontan el cauce desde el mar.
Aunque en estas aguas se han detectado unos 150 tipos de bacterias, los cocodrilos «no necesariamente se ven afectados por ellas», indica Sandoval.
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