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Entre la jungla y el jardín

La crisis global neoliberal profundizada por la pandemia (o plandemia) y la guerra imperial en Ucrania pone en evidencia el estado terminal del sistema capitalista y la civilización que lo ha gestado, desarrollado y herido de muerte.

Es decir, la modernidad-colonialidad que ha creado toda una mitología para fundamentar y sostener ladepredación exponencial de la naturaleza y la explotación de los sereshumanos. Básicamente porque hay unos seres humanos superiores a lanaturaleza y a los otros seres humanos, quienes están destinados por laprovidencia a someter y transformar la naturaleza y a otros civilizándolosy desarrollándolos en su beneficio.

Esos seres humanos blancos occidentales han sido vistos por la historiografía como los creadores de lobueno y lo bello del progreso mítico humano. Donde había junglas construyó jardines, donde había aldeas construyó ciudades. Así no hubieran movido un dedo.

Lo más terrible que han creado es la trampa ideológica en la que todos y todas estamos, que nos hace concebir como mejor al jardín que a la jungla.

El caso es que cuando esos grupos privilegiados crean las crisis donde no ven salidas recurren a una estrategia que, si no es infalible, es muy eficiente: recurrir a la conciencia histórica, la de ellos.

No es un lapsus, ni un pelón, ni el tipo es políticamente incorrecto. Me refiero a Joseph Borrell, quien afirmó en la inauguración del EuroLat en el Parlamento Europeo: “Como los descubridores y conquistadores, tenemos que inventar un Nuevo Mundo […] recalibrar nuestra brújula estratégica con plena consciencia histórica”.

Para este caballero la solución a la crisis es, sin lugar a dudas, la reconquista europea de América Latina, porque su conciencia histórica le indica que pueden hacerlo y que deben hacerlo porque “nos necesitamos unos a otros” Tal cual nos necesitamos mutuamente hace 530 años. Para que Europa fuera imperio y nosotros periferia.

Tiene, sin embargo, unos cuantos obstáculos: que Estados Unidos está recolonizando Europa y pretenden en esta década afincarse en sus doctrinas Monroe, Roosevelt y su Destino Manifiesto. Que América Latina se apegue a la doctrina bolivariana y entienda de una vez por todas que la unidad es su único camino. Que China tiene sus propias doctrinas e intereses en Latinoamérica. Y, por último, que los pueblos ya no estamos tan entrampados en la ideología de jardín.