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Guía de viaje por la Inteligencia Artificial 2023

“Crear un ser artificial ha sido el sueño del ser humano desde que nació la ciencia”. Hace 22 años, en 2001, la película Inteligencia Artificial hacía resonar esta frase en las salas de cine de todo el mundo. Era el año del atentado a las torres gemelas, el lanzamiento de Windows XP y el furor por los iPod. El guion, un cuento de hadas futurista que ponía sobre la mesa serios dilemas éticos sobre el avance tecnológico, había sido abandonado por Stanley Kubrick en los 70 y se mantuvo tres décadas engavetado esperando que llegara una época en la que su trama fuera verosímil (¿Para qué hacer una película de fantasía cuando podemos hacer una película profética?, era el argumento que justificaba la espera). Steven Spielberg rodó y estrenó el largometraje justo a tiempo. Menos de una década después la mayoría de la población mundial estaría siempre acompañada de un teléfono celular “inteligente” y de ahí todo iría in crescendo hasta que en 2022 el acontecer tecnológico se maravillaría con la masificación del ChatGPT y otros sistemas similares. La inteligencia artificial oficialmente ya no es materia de la ciencia ficción sino acompañante cotidiano. ¿Estamos ya en los albores de la era de las máquinas? ¿Qué esperar?

Efectivamente, tal como lo plantea en la película el personaje del Profesor Hobby, la humanidad ha fantaseado con la inteligencia artificial desde hace mucho y tal como pasa con la exploración espacial, los viajes en el tiempo, la clonación humana o la eterna juventud, la ha convertido en una de sus grandes obsesiones. René Descartes advertía sobre los autómatas en su Discurso del Método en 1637; Mary Shelley lo hacía con Frankenstein a principios del siglo XIX; y en el siglo XX, el cine y la literatura se ocuparon ampliamente de ponerle rostro y narrativa a aquello que nadie sabía con exactitud si ya existía en la fría privacidad de algún sofisticado laboratorio.

Películas como Star Wars, El Hombre Bicentenario, Interestelar e incluso antes, la serie animada Los Supersónicos, nos hicieron soñar con robots asistentes que serían nuestros amigos y confidentes. Terminator y Matrix nos advertían sobre los peligros de dejar gobernar a las máquinas. Y otras como 2001, Odisea del espacio, con el personaje de HAL 9000, o Ella, con el sistema operativo Samantha, nos mostraban una modalidad más parecida a la que vivimos hoy, con chatbots, es decir, Inteligencias Artificiales incorpóreas cuya voz, a veces amable, a veces siniestra, va con nosotros a todas partes como una especie de conciencia externa.

Independientemente de su rostro, hoy, que es tema de moda, la Inteligencia Artificial está nuevamente en el banquillo y enfrenta varios puntos de vista. Por un lado, hay quienes se ubican en un escenario apocalíptico donde la extinción humana es inminente. Otros como Bill Gates o Vladimir Putin opinan con entusiasmo que la IA es la tecnología que dominará el futuro. Y finalmente, un tercer grupo es mucho más escéptico y señala que todo este hype es puro marketing, y que la verdadera Inteligencia Artificial aún ni siquiera existe. ¿En cuál te ubicas tú? Demos un breve repaso.

¿Qué significa ser inteligente?

Soy fundadora de una pequeña agencia de marketing (una “agencia boutique”, como nos gusta llamarla a mis dos socias y a mí) en la que nos especializamos en escribir artículos para blogs de marcas y empresas. Hace tan solo unas semanas, como todo el mundo en nuestro ramo, leíamos con expectativa las noticias sobre los avances revolucionarios del ChatGPT en lo que respecta a redacción de textos.

“Nos quedamos sin trabajo”, bromeamos por nuestro chat de WhatsApp. Dos semanas después, uno de nuestros clientes más onerosos, una empresa de videojuegos de Argentina, decidió suspender su relación con nosotras con la excusa de que explorará crear sus contenidos con esta herramienta, gratis y sin la molestia de tener que lidiar con los tiempos, los errores y la personalidad cambiante de la gente real.

Nos sentimos como Chaplin en Tiempos modernos, obsoletas y sustituídas, tres dinosaurios frente al meteorito asesino, tres celulares Teletac 250. Investigamos y no éramos las únicas. Google, Microsoft, Amazon y otras grandes empresas iniciaron el 2023 olas de despidos. Justifican la acción con la misma sentencia infame: ya no necesitan pagarle a seres humanos por tareas que la Inteligencia Artificial puede hacer gratis.

En el caso nuestro nos preguntamos: ¿realmente una máquina puede hacer lo que nosotras hacemos? ¿Dar trato personalizado? ¿Ponerle personalidad a un texto, inventar y usar metáforas, crear narrativas, el título perfecto, investigar… pensar? Aparentemente sí. Entonces, ¿qué significa ser inteligente?

El diccionario Oxford define la inteligencia como: “Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad”. Este concepto no se parece mucho a nuestros celulares inteligentes, a los smart tv o a Alexa, pero quizá sí se acerca a sistemas más avanzados como los que hoy pueden escribir artículos, hacer dibujos únicos, canciones o resolver problemas matemáticos de alto vuelo.

El término Inteligencia Artificial, que hoy define la RAE como “disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”, fue usado por primera vez en 1956 durante la Conferencia de Dartmouth.

Aquí debemos hacer una primera parada y saber que, a grandes rasgos, la Inteligencia Artificial está dividida en dos tipos: la débil y la fuerte.

A la Inteligencia Artificial débil la conocemos ampliamente y es ya presencia permanente en nuestro día a día. Está orientada a resolver problemas concretos como jugar ajedrez, recopilar información, advertirnos cuando nuestro corazón late muy rápido o saber cuándo un tomate está maduro y separarlo de la planta. Nuestros dispositivos de domótica son un ejemplo a la mano. Se trata de un sistema reactivo, inflexible y solo puede ser programado por un humano. No razona, solo computa.

En el caso de la Inteligencia Artificial fuerte, aquí ya comenzamos a entrar en materia que todavía puede ser ciencia ficción. Se trata de algoritmos o máquinas autónomas que podrían resolver problemas abiertos. Un ejemplo: R2D2 y C3PO de Star Wars. La IA fuerte es proactiva, no espera órdenes, es flexible y sabe por sí misma cuándo debe activarse. Se autoprograma, aprende, es adaptable al entorno, y, en fin, imita el comportamiento humano en toda su amplitud y matices. ¿Quizá llegue a “sentir”?

¿Dónde está hoy la Inteligencia Artificial? Una breve recopilación

Habiendo entendido los dos tipos de Inteligencia Artificial, ya sabemos que la débil nos rodea, queramos o no. La fuerte aún es una quimera, aunque hay intentos que se le acercan, por ejemplo, el ChatGPT (que no funciona en Venezuela, por cierto).

Ya sabemos que este chatbot súper avanzado puede contestar casi cualquier pregunta, crear texto de cualquier tipo en fracciones de segundo (mal por nosotras) e interactuar para imitar la experiencia de una conversación humana.

La moda por el ChatGPT dio notoriedad a otras herramientas de IA que habían pasado desapercibidas pero que ofrecen posibilidades emocionantes.

Como conté más arriba, mis dos amigas y yo nos hemos tomado el avance de la Inteligencia Artificial como un asunto personal y, con eso en mente, comenzamos una cruzada por la búsqueda de más amenazas laborales. Esto se tradujo en la recopilación de un amplio catálogo de herramientas que ahora esperamos usar a nuestro favor.

Si se trata de escribir, conseguimos a Writesonic, que no podríamos decir que sea extremadamente inteligente, pero al menos sí es funcional y también gratis. Además, usamos los cinco días de prueba gratis de Jasper, pero lo complicado que es su sistema de dar instrucciones y los 990 dólares que cuesta al año nos hizo desistir.

Otras un poco más aplicadas son Ocoya, para crear contenido para redes sociales, y Unbounce, para escribir emails.

Si se trata de dibujar o trabajar diseño gráfico, también las posibilidades son muchas. Desde el servidor Midjourney de Discord, que te regala 25 dibujos originales gratis al día solo dando unas simples instrucciones; y otras herramientas como Flair, Looka e Illustroke.

Si se trata de audiovisuales, estás herramientas hacen videos: Vidyo, Maverick, Sintesia . Y estas herramientas hacen música o te ayudan a crear podcast: Beatove, Cleanvoice, Podcastle y Soundraw.

Y, finalmente, si lo que quieres es una gran lista de IA, esta página se dio a la tarea de ir juntándolas todas en una gran base de datos: Theresanaiforthat.

En general, por lo que hemos podido descubrir, esta tecnología, al menos en la época actual, ha puesto el énfasis en la creación de sustitutos para los oficios creativos, porque para los oficios “robóticos” está normalizada desde la propia revolución industrial.

Así que si nos ponemos a filosofar, quizá podría interpretarse como una cruzada en contra de esos talentos que son únicos. ¿Qué será del mundo si el arte comienza a ser generado solo por máquinas? Y si eso en efecto pasa, ¿cuántos pasos hay del arte al amor?

¿Avance tecnológico o truco de marketing?

Al principio dijimos que un grupo de escépticos opina que la Inteligencia Artificial realmente no existe tal como nos la han vendido, y que lo que sí existe es un gigantesco ardid publicitario. ¿Por qué?

Porque gran parte de lo que llamamos “inteligencia artificial” es realmente analítica de datos. Esto lo afirma, por ejemplo, Om Malik, tecnólogo e inversionista, en un artículo en New Yorker replicado por el portal Xataka.

Analistas como él afirman que la tecnología que hoy llamamos Inteligencia Artificial no ha variado mucho en los últimos 30 años. Lo que sí ha variado es la velocidad de internet y la disponibilidad de datos e información. Por eso, las respuestas de las IA son más amplias y rápidas, pero a fin de cuentas son más de lo mismo: recopilación y sintetización de información, no son pensamiento autónomo, por tanto, no son inteligencia.

No sería la primera vez que esto pasa. Un ejemplo muy reciente es el metaverso. Recordemos el boom del año pasado con esta nueva tecnología que nos prometía sacarnos de la vida real para vivir en una idílica realidad virtual donde hasta comenzaron a venderse millonarias parcelas de terreno y ropa de diseñador para eventuales avatares. ¿Y qué pasó? Hasta ahora nada. Solo seguimos jugando Fortnite de la misma manera que en 2017.

Inteligencia Artificial y guerra comercial

Otro lado al cual echar un vistazo en todo este auge por la Inteligencia Artificial es la guerra comercial que ha desatado. El ChatGPT ha puesto a tambalear a las grandes empresas tecnológicas, empezando por Google, que teme perder su hegemonía.

Este gigante no solo activó un “código rojo” luego de los primeros días del lanzamiento del chatbot, sino que ahora anunció el lanzamiento de un “arsenal” de herramientas que prometen hacer al ChatGPT morder el polvo. A la vanguardia de este contraataque estará Sparrow, diseñado por la subsidiaria de Google DeepMind, que promete entablar conversaciones tal cual como si fuera otro ser humano. El lanzamiento está previsto para este mismo año.

Microsoft, por su parte, decidió aliarse a OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT. Bill Gates dispuso la suma de 10.000 millones de dólares para invertir en esta compañía y dio la orden de unir su inteligencia artificial a sus productos. ¿Jubilarán a Cortana?

Por cierto, un dato para no despreciar es que OpenAI fue cofundada por el magnate Elon Musk, quien la abandonó en 2018. Es ese mismo personaje el autor de esta frase: “Estoy cada vez más inclinado a pensar que debería haber cierta supervisión regulatoria, tal vez a nivel nacional e internacional, solo para asegurarnos de que no hagamos algo muy tonto. Quiero decir, con Inteligencia Artificial estamos invocando al demonio”.

Por su parte, Demis Hassabis, el director ejecutivo de DeepMind, consideró en una entrevista con el Times que “lo prudente sería no moverse rápido y rompiendo cosas cuando se trata de tecnologías muy poderosas. Y obviamente la inteligencia artificial será una de las más poderosas de la historia”.

Pronóstico reservado: la paradoja de la explosión de la inteligencia

El auge de la Inteligencia Artificial, especialmente si cumple todo lo que hoy promete, presenta a la humanidad diversos escenarios y dilemas. La sustitución de labores creativas  es una de esas situaciones, pero visto más de cerca hay dilemas éticos de gran escala que sortear, así como amenazas que no pueden perderse de vista.

Irving John Good, profesor de matemáticas de Oxford, considerado uno de los padres de la Inteligencia Artificial (fue el asesor de Kubrick para crear al personaje de HAL 9000 en 2001 Odisea del Espacio), escribió en los años 60 dos libros fundacionales de la disciplina de la IA: Especulaciones sobre la primera máquina ultrainteligente y La lógica del hombre y la máquina, en ambos ahonda en lo que llamó la paradoja de la “explosión de la inteligencia”.

Según este autor, si el ser humano es capaz de crear una máquina más inteligente que nuestra especie, nuestra especie llegará inexorablemente a su fin. ¿Por qué? Porque esa máquina tendrá la capacidad de crear otra aún más inteligente, y así hasta el infinito, dejándonos a los seres humanos en el escalón más bajo, y por tanto, en la total obsolescencia. Seremos pisoteados y humillados.

Pero no todas las visiones son tan fatalistas (y tan occidentales). Ya en 2017 el presidente Ruso Vladimir Putin se refería al tema, y quizá la frase que usó en ese momento resume mucho de lo que aquí hemos dicho: “El futuro pertenecerá a la Inteligencia Artificial y el primer país que la domine será el gobernador del mundo (…) Los riesgos son impredecibles y no quisiera que ese monopolio se concentre en pocas manos”.

Finalmente, está esa gran preocupación que a muchos asalta cuando se habla de máquinas sentipensantes: los sentimientos. ¿Será la inteligencia artificial capaz de amar? La gran pregunta de Steven Spielberg, con la que también cerraremos este artículo. Así lo explicaban sus personajes:

—Si un robot pudiera amar de verdad a una persona, ¿qué responsabilidad tendrá la persona hacia ese robot, a cambio?

—Es una pregunta moral, ¿verdad?

—La más vieja de todas. Pero al principio, ¿no creó Dios a Adán para amarlo a Él?

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