Venezuela
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La solución está con nosotros 

Basta un milímetro para que se abra el abismo. / No hacen falta gritos ni silencios certeros. / Abajo siempre corren los ríos subterráneos. Pedro Borges, en Abismo

Venezuela es un país megadiverso. De hecho, nos encontramos entre los 10 países con mayor diversidad biológica del mundo. Contamos con una riqueza maravillosa, que debemos proteger y resguardar. Allí, se incluyen, además, valiosos elementos con propiedades alimenticias, medicinales, etcétera. En momentos cuando el planeta enfrenta una grave crisis climática, se presagia una crisis alimenticia y, adicionalmente, sufrimos los embates de medidas coercitivas unilaterales que afectan nuestro normal desempeño, debemos mirar nuestra tierra, nuestro patrimonio natural y, desde ahí, emprender caminos para el buen vivir.

Un caso muy concreto al cual nos queremos referir es a la cría de cachamas, como recurso autóctono de alto valor nutritivo. La mención viene en relación con múltiples encuentros y conversaciones que hemos tenido con el maestro-pueblo Walter Lanz, y que muchos y muchas conocen, amigablemente, como Walterio. Se trata de un investigador con años de experiencia en temas agrícolas y pecuarios, y que ha sido promotor de la agroecología y el rescate de conocimientos tradicionales, ancestrales y populares.

Walterio tiene años recopilando información, compartiendo conocimientos y ensayando múltiples formas de producción agrícola y pecuaria, siempre preocupado por encontrar soluciones que garanticen la soberanía alimentaria, mediante el uso de nuestros propios recursos y convencido de que dichas soluciones las tenemos a mano. 

Es así como ha insistido, en muchas ocasiones, en las bondades de la piscicultura, como forma de producción de proteínas alternativas y, en particular, en el uso de la cachama como especie autóctona. Las cachamas son peces de agua dulce del género Colossoma, propios de la cuenca del río Orinoco y que los indígenas de nuestra tierra han consumido por centurias. 

La cría de cachamas en tanques y piscinas de cría es no solo factible, sino que involucra detalles técnicos y metodologías ya conocidas y ensayadas. Existen manuales de cría de esta especie, así como estudios del ciclo de vida de la cachama, la atención de los reproductores, la estimulación de la reproducción mediante el uso de hipófisis, la incubación de los huevos y el manejo de las larvas. 

El interés por la especie llevó a nuestro amigo Walterio a Lara, Táchira y Apure, a emprender ensayos con comunidades de campesinos y campesinas; así como a trabajar en conjunto con los estudiantes de la Escuela de Agroecología Latinoamericana Paulo Freire, en Barinas. Durante estos años, se ha constatado que es posible criar esta especie utilizando alimentos no concentrados e incluso haciendo usos de rubros provenientes de los conucos adyacentes. La cachama tiene una alta digestibilidad: es una fuente de proteínas y aminoácidos esenciales, baja en grasas saturadas y rica en vitaminas A, D, E y complejo B, carotenoides, ácidos esenciales y omega-3.

La cachama puede producirse en policultivos con otras especies como coporo y curito, lo que hace muy eficiente el uso del espacio y de los recursos. Puede hacerse en plantas de crías con alta tecnificación, pero también en espacios comunitarios, sin mayores elementos que involucren altos costos. Los cálculos de productividad que ha constatado Walterio llegan a aproximadamente 1000 kg de carne por hectárea por año. Como una comparación interesante, tomemos el caso de la productividad de carne de ganado bajo condiciones de pastoreo extensivo, la generalidad en nuestro país, que llega a unos 318 kg de carne por hectárea por año. Como vemos, la cachama ofrece una altísima productividad, incluso si la comparamos con técnicas de pastoreo alternativas que ha sido experimentadas en nuestro país como la técnica Voisin, que sobrepasa los 1000 kg/ha año, pero que no es, hasta los momentos, la técnica dominante.

Una de las preocupaciones de nuestro amigo Lanz es la introducción de tilapias, una especie de pez nativa de África, que ha sido extensamente utilizada en la industria piscícola mundial.  En un reciente artículo publicado en la revista El Vitral de la Ciencia, en conjunto con la investigadora Estalina Báez, nos llama la atención sobre los riesgos y peligros del uso de esta especie para nuestra diversidad biológica. Hay que tomar en cuenta que la tilapia (Oreochrimis spp.) es considerada, por el Grupo de Especialistas en Especies Invasoras de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como una de las 100 especies más dañinas, dada su alta adaptabilidad a nuevos ambientes y su alta eficiencia reproductiva lo que la hacen una invasora exitosa con capacidad para desplazar especies autóctonas. La cachama no implica ninguno de estos riesgos.

La solución la tenemos en nuestras manos, como nos insiste, una y otra vez, Walter Lanz, un verdadero maestro-pueblo, lleno de ideas y conocimientos que nos ayudan a garantizar la soberanía alimentaria, haciendo uso de nuestra diversidad biológica y sociocultural.