Venezuela
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Paciencia vietnamita

Acaban de entrevistar al canciller ruso, Serguei Lavrov, en torno al fin de la guerra con Ucrania. Mesurado, inteligente, formado y preciso, con la agudeza que lo caracteriza, atinó a responder “continuará hasta la victoria en el campo de batalla”.

Ante lo que pareciera un estancamiento del conflicto -que en realidad no es así- Lavrov dijo “todos queremos que esto termine, pero no es el factor tiempo el relevante aquí, sino el factor sustancia, el factor calidad del resultado que ofreceremos a nuestro pueblo, a las personas que quieren seguir formando parte de la cultura rusa y que han sido privadas de todo lo ruso por la junta de Kiev durante años con el apoyo de Occidente” e insistió: “cuando se observe el cese de la insistente línea de Occidente de no acabarlo nunca hasta que sientan que se ha eliminado cualquier amenaza a su hegemonía… Mientras tanto estamos actuando como han prometido nuestros ‘colegas’ occidentales: ‘debe haber victoria en el campo de batalla’. Esa es su fórmula”, resaltó.

De inmediato me llegó a la memoria una entrevista que le hiciera un periodista inglés a Ho chi Ming, en plena guerra de Vietnam, cuando los marines comenzaban a hacer estragos en las poblaciones, éste le preguntó al líder asiático sobre la supuesta derrota. El líder le respondió “cuando ganemos la guerra, haremos…”. El periodista le replicó, “cómo cuando ganen, si los están masacrando”; y el Tío Ho, como también le decían, le explicó “cuando ganemos la guerra, ahora o dentro de cien años, cuando ganemos”. Es la famosa paciencia vietnamita.

Pero si recordáramos que los soviéticos movieron por tren toda la industria pesada al Cáucaso por vía férrea, para después instalarla y desde allí fabricar los famosos T72 y los geniales Sturmovick, para enfrentar al todopoderoso armamento nazi que había conquistado toda Europa y el norte de África, deberíamos saber de la paciencia rusa. No olvidemos que los alemanes estuvieron a una distancia Valencia-Maracay de Moscú y no pudieron llegar, gracias al invierno, la disposición del pueblo a la defensa y los Katiuska. No olvidemos que la batalla de Stalingrado duró siete meses y costó dos millones de personas.
Lavrov, que conoce muy bien a su país y que, además, es evidente que lo ama, y que nos tiene acostumbrados a no decir las cosas de gratis, cuando les responde así a los periodistas, es porque están dispuestos a hacer lo que sea, no solo para evitar la guerra, sino para defender a su país.

La paciencia es una virtud, y una capacidad. Es poner la inteligencia al servicio de entender el entorno en su totalidad y en medir acciones y reacciones.

Ojalá y vayamos a la paz.