Argentina
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Alberto Fernández no se resigna ante Cristina Kirchner y busca mostrarse activo

Tras el episodio médico en Bali, trata de robustecer su agenda.

Nadie, o casi nadie, le pone demasiadas fichas. Pero Alberto Fernández está dispuesto a resistir. "No sé si es reelección o no, pero no le va a regalar la cancha a Cristina: va a dar pelea hasta el final", explica un dirigente que lo frecuenta hace muchos años y que le tiene estima.

A fines de la semana pasada, Fernández estuvo especialmente activo después del episodio médico de Bali que lo obligó a realizarse estudios en Buenos Aires y a suspender su agenda por varios días.

Por el despacho presidencial pasaron desde Héctor Daer hasta el gobernador Gildo Insfrán. También un par de intendentes del Gran Buenos Aires. Y los jefes del Movimiento Evita, Emilio Pérsico y Fernando "Chino" Navarro, con los que almorzó el miércoles, un día después de que Pérsico se viera después de mucho tiempo con Cristina Kirchner en el Senado para limar asperezas y empezar a dejar atrás viejos desencuentros, con foco en la provincia de Buenos Aires.

Alberto Fernández en una actividad en Pilar, la semana pasada. Foto EFE/Presidencia.
Alberto Fernández en una actividad en Pilar, la semana pasada. Foto EFE/Presidencia.

El viernes, el jefe de Estado cruzó a Economía para comer con Sergio Massa. 

Este lunes, el Presidente fue anfitrión del gobernador Gustavo Bordet. Tiene previsto recibir durante la semana a Raúl Jalil y a Ricardo Quintela. Posiblemente, también a Oscar Herrera Ahuad.

Varios meses atrás, el jefe de Estado había inaugurado una novedosa rutina de asados nocturnos con varios de ellos en Olivos. Hubo en el entorno presidencial cierto optimismo: con Fernández, la quinta presidencial nunca fue lugar de rosca política, al menos no de manera activa.

El entusiasmo duró poco, los asados se discontinuaron, la crisis interna se agudizó, Cristina Kirchner volvió a revalidar su liderazgo y el debate en torno a la suspensión de las PASO terminó por enfriar el vínculo con las provincias.

Fernández busca otra vez revitalizar esa relación. Lo mismo con los intendentes del Gran Buenos Aires, que están furiosos con Axel Kicillof porque el gobernador les audita las cuentas. Martín Insaurralde lidera ese enojo. Hace un par de semanas, llevó a los jefes comunales a verlo al mandatario a Casa Rosada.

El Presidente no se dedicó nunca a su construcción política. "Nunca le interesó", dice un dirigente que supo ser bien cercano al mandatario. Los accionistas del Frente de Todos miran para otro lado. El último movimiento fue el del Evita, sostén fundamental del mandatario en estos años, que terminó de visita en el Senado.

Los incondicionales

El entorno más cercano de Fernández lo acompañó en esa decisión. Es el primer anillo, el único, que sigue incondicional. En el que se refugia: Santiago Cafiero, Julio Vitobello, Vilma Ibarra, Juan Manuel Olmos y Gabriela Cerruti. También Nicolás Ritacco.

Olmos es tal vez el único sin resistencia interna. El más operativo. Tiene fluida relación con Massa, habla con La Cámpora -recibió hace algunas semanas a Andrés Larroque- y tiene llegada directa a la ex presidenta. Con ella se reunió hace unos quince días en el Senado. Máximo Kirchner pasó a saludar.

Fernández, por el contrario, ya no tiene ningún tipo de nexo con La Cámpora: se detestan mutuamente. Solo con Eduardo "Wado" de Pedro guardan ciertas formas por puro protocolo de gabinete. El ministro del Interior es, además, el que administra el reparto de los ATN en el interior, una herramienta indispensable para hacer política que el Presidente nunca quiso apropiarse.

En esa necesidad de autopreservarse, Cristina Kirchner hace su juego. Quienes la frecuentan dice que ve un panorama muy sombrío para el peronismo el año próximo. Pero que confía en Massa para llegar con algo de competitividad. Fernández también quiere aferrarse a esa lógica. Los expertos en encuestas dicen que no hay ningún sondeo para que pueda entusiasmarse. Más bien lo contrario.