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Del nacionalismo al neoliberalismo

En el mes y medio que ha transcurrido entre el 25 de septiembre y el 26 de noviembre han tenido lugar cinco elecciones relevantes para Occidente: Italia, Brasil, Israel, la de medio mandato en Estados Unidos y las regionales en Taiwán, un país de Asia, pero que tiene el mismo sistema político de democracia. En las cuatro primeras parece consolidarse un modelo que combina el nacionalismo en lo político, el conservadurismo en lo cultural y el neoliberalismo en lo económico, algo que en alguna medida también se da en la última.

Comenzando por Italia, el claro triunfo de Georgia Meloni implica que por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, llega al poder un gobierno de esta orientación político-ideológica. Es además la primera mujer que gobierna Italia. Si bien sus enemigos la caracterizan de postfascista, los académicos italianos la consideran de "derecha conservadora". El nacionalismo se evidencia en la defensa de la autonomía italiana para determinar el acceso a sus fronteras. Así como Meloni mantiene a su país en la OTAN, la UE y apoya a Ucrania en la guerra contra Rusia, discrepa con la política de Bruselas respecto a la entrada de inmigrantes ilegales a través del Mediterráneo. La visión conservadora en lo cultural se manifiesta en su defensa de los valores de "Dios, patria y familia", una trilogía tradicional en las fuerzas políticas conservadoras. En lo económico, busca una buena relación con los mercados, para un país que tiene una gran deuda externa que necesita refinanciar. Italia es el tercer electorado de la Unión Europea después de Alemania y Francia.

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El 30 de octubre tuvo lugar la segunda vuelta de la elección presidencial brasileña, que mostró una derrota de Bolsonaro, pero al mismo tiempo la consolidación de un gran bloque conservador. El nacionalismo es una bandera central del candidato derrotado en política. Sus partidarios usaron la bandera nacional como símbolo de identificación en sus ropas e insignias, mientras los militantes de Lula usaban el colorado, color tradicional de las izquierdas latinoamericanas. En cuanto a los valores culturales, cabe señalar que la profesión religiosa en el evangelismo de Bolsonaro y su mujer, es una definición clara. Los evangélicos, que son un 30% del país -en la década próxima superarán a los católicos en cantidad, pese a ser el país con más fieles de esta confesión en el mundo-, expresan acabadamente el conservadurismo en los valores culturales y en su mayoría votaron por Bolsonaro. Por el contrario, los católicos lo hicieron más por Lula. En lo económico, los cuatro años de gobierno de Bolsonaro mostraron su apoyo a las políticas de libre empresa, y en particular el agronegocio fue uno de los sectores beneficiados y forma parte de su coalición. La seguridad pública es un tema central en Brasil y los partidarios de la "mano dura" fueron decididos votantes de Bolsonaro.

Cabe señalar que Brasil es el segundo electorado de Occidente después de Estados Unidos. Bolsonaro tiene públicas simpatías por Trump en la política estadounidense. El ex Presidente republicano le dio un enfático apoyo en la semana previa a las elecciones.

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Dos días después, el 1° de noviembre, se realizó la elección parlamentaria israelí, que dio por resultado un triunfo de Benjamín Netanyahu, que ha ganado por cuarta vez. Israel tiene 9,3 millones de habitantes y está geográficamente en el Cercano Oriente, pero en términos culturales forma parte del mundo occidental. Netanyahu es el primer ministro que ha ocupado más tiempo el cargo desde la creación del estado de Israel. Políticamente es una expresión del nacionalismo israelí, generado en el conflicto con las mayorías musulmanas que rodean al país. Los sectores más nacionalistas y belicosos lo apoyan y el voto juvenil le es claramente favorable, pese a las denuncias de corrupción que ha tenido. Formará gobierno en alianza con los partidos ultra religiosos que tienen una cosmovisión muy conservadora. En lo económico mantiene una postura favorable a la libre empresa. Se da así, en Israel, el modelo que combina el nacionalismo en lo político, el conservadurismo en lo cultural y el liberalismo en lo económico. Es clara su preferencia por Trump en la política estadounidense.

La elección de medio término realizada en Estados Unidos confirmó que es un país dividido en dos, con los republicanos controlando la Cámara de Representantes y un Senado con mayoría demócrata. Trump lanzó su candidatura el 15 de noviembre.

El partido republicano confirma que reúne las tres condiciones que hoy caracterizan a los modelos de derecha en Occidente: el nacionalismo en lo político, que se pone de manifiesto en el lema de Trump ("Hagamos a América grande otra vez"); el conservadurismo en lo cultural, que se refleja en el rechazo a la agenda de género y al aborto y se identifica con el pensamiento religioso, especialmente el evangélico; y el neoliberalismo o libre empresa en lo económico, que se identifica con la imagen de "empresario exitoso" de Trump.

En Taiwán se realizó la elección regional el 26 de noviembre. La Presidenta Tsai Ing-wen fue derrotada duramente y renunció al liderazgo partidario, aunque seguirá ejerciendo la presidencia en los próximos dos años, hasta el fin de su segundo mandato. Su fuerza política es proclive a declarar la independencia del país respecto a la China continental, y está fuertemente identificada con los Estados Unidos. Se impuso el Kuomintang, el partido de Chiang Kai-Shek, el líder nacionalista derrotado por Mao Tse Tung a mediados del siglo pasado, y que fuera el fundador de Taiwán como estado independiente. Este partido es hoy contrario a la declaración de la independencia, la que implicaría un casus belli con Beijing, y eso lo aleja más de Washington.

En conclusión, la derecha como alternativa al centro mantiene su vigencia, más allá de los resultados electorales.

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