Tal vez por la esencia de la actividad y a diferencia de otros sectores de la economía, en el campo no existe la aversión al riesgo. El clima, por ejemplo, puede pulverizar todo el esfuerzo de una siembra. No hay vida bucólica en ese negocio, siempre se está en guardia.
Pero últimamente y de la mano de un cambio generacional, los jóvenes tomaron la posta en los establecimientos: se definen como locos por la tecnología y están cambiando el modelo de producción. Son los farmers emprendedores, que poco tiene que ver con la percepción que tiene sobre la actividad sectores del oficialismo.
Mucho de eso refleja un trabajo exhaustivo del Centro de Estudios en Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral de Rosario, con el apoyo metodológico de la Universidad Purdue de Estados Unidos.
Durante entrevistas cara a cara con productores que toman decisiones y que hayan cosechado más de 750 toneladas de soja, maíz o trigo, equivalente a más de 300 hectáreas en tierras propias o arrendadas, relevaron 880 casos en la llamada zona núcleo de la Pampa Húmeda (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, y Entre Ríos).
El cuestionario estaba conformado por 65 preguntas. El área de estudio representa la producción nacional del 75,7% del cultivo de soja, y del 71,1% del cultivo de maíz.
Allí saltó que quienes toman decisiones son sub 50. En los establecimientos medianos la edad promedio es 44 años y en los grandes y mega grandes, 41. Otro dato es que el 48,9% tiene título universitario completo y que la mayoría vive a menos de 50 kilómetros del establecimiento. Un 13%, en el mismo campo.
“La juventud y el alto nivel de educación son dos elementos clave para poder explicar la estrategias de integración a través de agregado de valor, la asociación con otros actores de las cadenas de valor, la predisposición de estos productores a adoptar nuevas tecnologías”, señala a Clarín Bernardo Piazzardi, del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral.
La buena noticia es que el 79,9% prevé realizar inversiones en los próximos 5 años. Llama la atención que un 30% dice que va a ampliar las hectáreas para el girasol en una clara inclinación por un cultivo resistente a la adversidad climática.
El 23% apuesta a la soja, 19% al maíz y sorgo y 18% cultivos más delicados como el trigo y la cebada.
Cuando se les consultó acerca de sus planes en ganadería, un 30% dijo que va a reducir sus planteles en bovinos de carne y lechería, lo que indica que observan una tendencia en alimentación que empieza a desplazar a las proteínas de origen animal.
Eso sí soprendió a los encuestadores la decisión de hacer crecer los rodeos de porcinos.
En cuanto a la tecnología la más utilizada es el monitor de siembra en el 80%. La de menor inserción por ahora la de riego por ambiente al que recurren el 4,5%.
Son sus herramientas cotidianas la pulverización selectiva, imágenes fotográficas a través de robots y drones, plataformas de gestión agrícola, la siembra y fertilización variables por ambientes, el monitoreo satelital de los cultivos, el relevamiento online de las condiciones meteorológicas, por citar algunas. Todo gracias a maquinaria con instrumentos que les permiten recoger datos y que está presente en el 74% de las empresas consultadas.
“Hay vocación por la productividad, capacidad para asumir riesgos, aplican y desarrollan conocimientos técnicos para la gestión y una gran motivación por innovar y emprender. Estos jóvenes y con alto nivel de educación forman parte de un sistema en red de organización empresaria que está cambiando el modelo de negocios”, añade Piazzardi.
El trabajo será uno de los temas de debate en el foro Argentina Visión 2040 que lleva como lema, volver al futuro.
Lo organiza Adblick, que bajo la batuta de José Demicheli es una de las líderes en fideicomisos que invierten en la actividad agropecuaria.
TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA
Comentar las notas de Clarín es exclusivo para suscriptores.
