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Descartes: el primer ‘filomático’ de la historia

René Descartes fue más que “Pienso, luego existo”. Si bien el debate de su aproximación filosófica de la realidad y la teoría del conocimiento se basó en esta máxima –que resume su enfoque racional ontológico y epistemológico–, su enfoque científico lo llevó a explorar dimensiones, aun personales, que no serían creíbles para un filósofo.

Aventurero y subversivo (en términos de subvertir el orden social de la época), entre sus veintidós y veinticinco años, debutó en la milicia en Holanda como voluntario en las tropas protestantes del príncipe de Orange para combatir al ejército de católicos españoles, en los primeros años de la guerra de los Treinta Años; y lo hizo más por experimentar la adrenalina –y ‘chulear’ una especie de must do antes de morir– , que por combatir en nombre de uno u otro credo religioso (a pesar de que su doctrina llegó a enardecer la convulsión que atravesaban la Iglesia y los preceptos religiosos legados de generación en generación).

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Posteriormente, en 1919, se vinculó al cruce de fuegos entre el rey de Bohemia y el duque católico Maximiliano de Baviera “lo hizo sin haber entrado antes en combate y, al parecer, confuso por no saber exactamente contra quién debía poner a prueba su ardor guerrero”, escribe Antonio Dopazo en su libro 'Descartes. Un filósofo más allá de toda duda', entrega número cinco de la colección Descubrir la Filosofía que circula esta semana con EL TIEMPO.

Su faceta bélica se extendió solo hasta 1921 cuando se enfiló en las tropas numéricas; a raíz de una relación con el holandés Isaac Beckham, el joven Descartes fue seducido por las cuestiones físicas y matemáticas a las que se dedicaba aquel intelectual; de allí surgieron sus investigaciones científicas en torno a las leyes de la refracción, la velocidad de la caída de un grave, la presión de un líquido sobre el fondo de un vaso y, por supuesto, sus primeras disertaciones filosóficas que, siguiendo el nuevo zeitgeist , se alejaron de los preceptos tradicionales a niveles profesionales (se opuso a estudiar leyes y prefirió el cultivo de su razón), feudales y religiosos que, con sus análisis y apuestas científico-filosóficas, marcaron el nacimiento de la modernidad trascendiendo el legendario papel de Gutenberg.

Conocimiento en un árbol

No obstante el espacio que, modestamente, ocuparon sus actividades científicas –en especial, las adscritas a la física fueron relevantes en los siglos XVII y XVIII e inclusive fueron tenidas en cuenta por el mismo Isaac Newton–, su proyecto cartesiano y revolución científica demostraron su interés y esfuerzo por fundamentar filosóficamente la ciencia. Y lo hizo partiendo de la imagen del saber como un árbol cuyas raíces son la metafísica o filosofía primera, el tronco es la física, las ramas y los frutos son las diferentes ciencias (como la mecánica, la astronomía, la biología, la psicología y la medicina) que bien se pueden agrupar en tres: medicina, mecánica y moral.

“Y en muchos sentidos, las fronteras entre la raíz y el tronco, entre filosofía y ciencia, eran un tanto borrosas. Por lo demás, esta raíz que era la filosofía no solo abarcaba una ontología (una concepción de la naturaleza profunda de la realidad), sino también una epistemología o teoría del conocimiento que incluía el concurso de Dios”, añade Dopazo en la quinta salida de la colección Descubrir la Filosofía.


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Además de darle forma de árbol a la sabiduría, Descartes se ocupó de evolucionar su apuesta mediante la matematización de la razón, siendo esta el núcleo de su proyecto cartesiano según el cual todo saber, bien fuera la astronomía, la medicina o inclusive la moral, debía estar ordenado al modo que prescribían las matemáticas. Y para establecer este razonamiento, se basó en que la mente actúa de modo matemático y si el resto de saberes se adhirieran al buen uso de la racionalidad (y con buen uso se refería a las referencias a intuiciones evidentes y deducciones seguras), ellos alcanzarían la solidez definitiva.

Este método marcó la génesis de una de sus obras culmen, 'El discurso del método' (1637), en donde Descartes consignó las cuatro reglas de su matematización de la razón. “El primer precepto era no aceptar nunca ninguna cosa como verdadera sin saber evidentemente lo que era (…) El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuese posible y como fuese necesario para resolverla mejor. El tercero, conducir con orden mis pensamientos (…) Y el último hacer recuentos tan completos y revisiones tan generales que llegase a estar seguro de no omitir nada”, cita Dopazo un aparte de El discurso del método.

'Descartes. Un filósofo más allá de toda duda', quinto tomo de la colección Descubrir la filosofía circulará este viernes con EL TIEMPO, con un precio de 26.900 pesos. Los interesados en adquirir la colección completa a un precio de 589.000 pesos para suscriptores y de 787.000 pesos para no suscriptores (este precio tendrá un descuento especial para los no suscriptores quienes, al comprar los treinta libros en una misma transacción, pagarán 719.000 pesos) podrán hacerlo a través de tienda.eltiempo.com/filosofia o llamando en Bogotá al 4 26 6000, opción 3, y en la línea nacional gratuita 01 8000 110 990.