El compositor huilense José Miller Trujillo, celebra 50 años de vida artística, en diálogo con el Diario LA NACIÓN relató sus inicios en la música y anécdotas personales que han ayudado a consolidar su carrera.
Navegar por el inmenso mar de letras con sentido, alusivas al amor, a la danza o al folclor, no es una labor sencilla. Incluso, convertir unos minutos de inspiración en una obra emblemática es el anhelo y, a la vez, la misión imposible de muchos compositores en Colombia. Eso es precisamente lo que el maestro José Miller Trujillo ha logrado en 50 años de trayectoria artística, darle vida a canciones que se han quedado en la memoria de miles de colombianos y que hoy siguen dejando en alto la cultura de la tierra opita.
Cierto refrán dice: “los años no pasan en vano”, y sin duda, para José Miller los años no han pasado desapercibidos, no solo por el hecho de que sus cabellos blancos ya reflejan el inevitable paso del tiempo, también se debe a los numerosos reconocimientos que ha recibido por sus composiciones. Él describe su trayectoria como un proceso lleno de aprendizajes, victorias y desaciertos que, en conjunto, le han permitido construir una carrera artística sólida.
Wiponga, como suele llamarse artísticamente, ha dedicado una vida entera a escribir canciones que nacen en los momentos más inesperados de su existencia, en los últimos 50 años ha sido un cazador incansable de ideas que poco a poco, mediante un “proceso de gestación”, como él mismo lo suele llamar, son transformadas en obras que sirven para el deleite del público. Según él, todos los sentidos del cuerpo deben estar conectados para que llegue la inspiración y así, poder crear composiciones cargadas de sentimiento.
“Cuando una idea llega hay que cogerla ya, porque la inspiración puede llegar en el momento menos pensado y cuando el público por fin puede escuchar las canciones, lo más bonito es ver cómo por medio de la música estamos comunicando amor, el que no hace esto con la música, no está en nada”, aseguró el artista.
Popularmente es recordado por ser el autor de canciones como ‘Qué vivan San Pedro y San Juan’ y ‘Cuando retumban las tamboras’, siendo esta última la que más ha obtenido reconocimientos musicales y la que ha logrado prevalecer en la memoria de personas a nivel nacional e internacional. Sin embargo, su conexión con la música inició desde mucho antes de que él pensara en convertirse en compositor, ya que desde muy niño sintió la necesidad de crear melodías con cualquier objeto que tuviera a su alcance.
“Yo no tenía dinero para comprar una armónica, así que agarré una peinilla, de esas con las que uno se peina, junto con un papel plateado y les saqué sonido, yo decía que esa era mi armónica. Y para la percusión, me acostaba en la cama y golpeaba la madera del cabecero o cogía un taburete de cuero, le daba la vuelta y lo cogía de tambor”, afirmó Wiponga.
De esta manera, su gusto por la música fue creciendo con los años, siempre estuvo acompañado por los grandes éxitos de Guillermo Buitrago, Rafael Escalona, Lucho Bermúdez, Pacho Galán y José Barros. Las canciones de estos grandes compositores fueron alimentando en José Miller, su fascinación por componer e interpretar. Desde muy pequeño se deleitaba viendo tocar rajaleñas, participó en los coros y grupos musicales del colegio y llegó al punto de abandonar sus estudios de mercadeo por seguir el llamado de la música.
“Abandoné los estudios que estaba haciendo porque la música me arrastró, yo no iba a clase por irme a Radio Santa Fe a escuchar a Jaime Llanos González, Los Hermanos Martínez y al dúo Garzón y Collazos, y así me fui vinculando. Yo le agradezco a la vida que ese fuera el camino que me indicó desde un comienzo y que, hoy día, yo tenga un bagaje de conocimiento amplio de la música de todas partes de Colombia”, mencionó el maestro.
Su decisión de dedicarse a la música, no siempre fue apoyada, recibió críticas destructivas, de hecho, recuerda que en un principio su padre no lo apoyó y en lugar de que eso lo detuviera, siguió cosechando triunfos, lo que ayudó a que su progenitor terminara por reconocer y exaltar su labor. “Cuando cumplí 20 años de vida artística, el entonces gobernador Julio Enrique Ortiz, me los celebró. Recuerdo bien que para esa misma época mi papá estaba enfermo, así que yo quise llevarle la invitación del evento y cuando él la recibió, me dijo: ‘Miller, lo felicito, porque usted se está haciendo a pulso’. Estoy seguro de que él estaba feliz”.
Sin restarle importancia a los premios, reconocimientos y condecoraciones que ha recibido a lo largo de su carrera artística, en definitiva, lo que más le llena de gracia el corazón, es ver que las personas gozan sus canciones, el poder servirle a la humanidad mediante la música y comunicar ideas útiles. Por el momento, planea seguir componiendo y produciendo nuevos temas musicales, con el objetivo de que Colombia sepa que la música del Huila no es solamente alusiva al San Pedro, que hay mucha diversidad de ritmos por mostrar y de esta manera, dejar en evidencia que Wiponga tiene mucho más talento por entregar. “El mejor regalo que puedo recibir por este tiempo de trayectoria es que no me olviden nunca, que me sigan queriendo, y el día que yo me vaya, ojalá haya música bailable por doquier”, expresó.
