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‘La fusión es el camino para mantener vivo el jazz’: pianista Jesús Molina

Cada vez que escucho la historia de un niño prodigio que aprendió a tocar un instrumento de forma casi instantánea, suelo recordar que una cosa es el virtuosísimo en estado natural y otra muy distinta madurar un sonido, un concepto musical propio. Lo primero ocurre sin que podamos explicarlo y nos asombra con su inmediatez, pero lo segundo requiere años de trabajo y una tenacidad a prueba de derrotas que no todos los virtuosos tienen.

Por eso me resulta admirable lo que ha conseguido, con apenas 26 años, el pianista sincelejano Jesús Molina, radicado en Los Ángeles, quien, además del don natural, se está labrando una exitosa carrera en las grandes ligas de la música.

Molina, que se hizo músico estudiando de forma autodidacta con tutoriales y videos de YouTube en el cuarto de su casa, obtuvo en 2016 la beca Juan Luis Guerra del prestigioso Berklee College of Music, en Boston. Desde entonces, las puertas se le han ido abriendo, una tras otra. En su último álbum, titulado Ágape, por ejemplo, se dio el lujo de contar con Mike Stern y Randy Brecker, extraordinarios músicos de jazz a los que siempre miraba con admiración desde la pantalla de un computador, en Sincelejo.

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“La gracia de Dios me ha permitido tener a dos figuras de semejante nivel en mi álbum. Cuando me encerraba a estudiar en mi cuarto los veía tocar y soñaba que algún día iba a conocerlos. Ese día llegó y ellos, además de otros grandes músicos que me acompañan, me han hecho el honor de grabar composiciones mías”, dice Molina.

Si bien ha logrado un reconocimiento importante en el ámbito del jazz, Molina prefiere ser reconocido como un “músico de fusión”. Su espectro creativo es amplio y quiere seguir explorando posibilidades como lo ha hecho hasta ahora. En ese camino, ha logrado colaboraciones con artistas como Juan Luis Guerra, Arturo Sandoval y John Patitucci; y ha sido productor de Miguel Bosé y Jesús Adrián Romero. Además, suele acompañar a Noel Schajris, cantante de Sin Bandera, cuando sale de gira. También, el destacado productor brasileño Daniel Figueiredo, con quien Molina ha grabado 7 de 27 álbumes previstos de aquí al año entrante, asegura que “trabajar con Jesús ha sido una experiencia increíble, hay mucha creatividad. Para mí es un privilegio”.

Las redes sociales e internet han sido claves de su éxito en dos sentidos: formarse y actualizarse como músico, y estar en contacto con toda clase de públicos. “Soy fan absoluto del social media”, reconoce. Nada más en Instagram (@jesusmolinamusic) cuenta con más de medio millón de seguidores.

A la par de sus logros en el exterior, Molina sigue en contacto permanente con Colombia y viaja con frecuencia para dar conciertos o dictar clases. El próximo 10 de agosto ofrecerá una clínica-recital en el Auditorio Renacer (informes en www.eticket.co).

En noviembre, el pianista comenzará junto a su cuarteto una gira de 35 conciertos por Europa, que se extenderá a Israel. Además de tocar temas de Ágape, incluirá en su repertorio standards de jazz arreglados por él, como Spain, de Chick Corea; Giant Steps, de John Coltrane, y A night in Tunisia, de Dizzy Gillespie. La sorpresa correrá por cuenta de sus interpretaciones cantadas, en las que pueden asomar clásicos vallenatos como Sin medir distancias o boleros como Piel canela. Desde Los Ángeles, donde vive hace dos años, el pianista atendió esta entrevista y habló de sus inicios y de cómo construyó su fulgurante carrera.

¿Cómo recuerda sus inicios musicales?

A los cuatro años empecé a tocar el cumpleaños feliz de oído en una fiesta con un piano pequeñito que me había regalado mi abuela, sin tener todavía ninguna noción musical. Ahí fue que mi mamá se pellizcó y dijo: “ese niño va a ser músico”. Y además fui el primer músico de la familia porque no hay más. Luego me pusieron en clases con un profesor de la iglesia como a los 7 años, pero aquello no duró mucho, apenas un par de meses. De ahí en adelante seguí como autodidacta. Empecé a estudiar cosas en la iglesia, todo lo que tocaba era muy sencillo hasta que a los 12 años tuve la oportunidad de estudiar saxofón, porque mi mamá siempre había querido tocar ese instrumento, pero no se animó. “Ven que yo lo aprendo por ti”, le dije un día. Y así fue. Dejé el piano y me dediqué al saxofón. En ese camino conocí a gente como Eric Marienthal, que toca en mi último álbum llamado Ágape; y a Dave Koz, quien me invitó el próximo año para estar en su crucero de jazz en Holanda. A través de ellos llegué al pianista Brian Culbertson y decidí volver a ese instrumento. Para entonces tenía 15 años y me dediqué a estudiar en forma. Mañana, tarde y noche.

¿Tuvo otros maestros en ese proceso como pianista?

Seguí solo con el piano, trabajando durísimo. YouTube me dio un sinnúmero de posibilidades. Vi muchos tutoriales y a muchos grandes maestros como Oscar Peterson. Me dije: “Dios, ¿cuándo podré yo tocar como ese señor?”. Si quería mejorar mi nivel, tenía que estudiar y tocar con dedicación absoluta. A los 15 o 16 me presenté a la Universidad de los Andes a estudiar música y no me aceptaron, pero eso no me desanimó. Al contrario, estudiaba todo el día en mi casa, de nueve a doce y de dos a cuatro. A los 17 me gané una convocatoria para presentarme en Barranquijazz y fui a otros festivales en Cali e Ibagué. Fue un proceso lento, de mucha paciencia, de avanzar un paso a la vez. Lo que tocaba sonaba horrible al comienzo. Pero si Dios tiene un plan para tu vida, no hay nada que te desvíe de ese objetivo. Todo esto me enseñó a conocer mis debilidades y a trabajar en cómo superarlas. Aprender a reconocer tus errores es fundamental.

¿O sea que no estudió ningún programa formal de música en Colombia antes de irse para los Estados Unidos?

Ninguno. Todo lo hice estudiando con YouTube en mi cuarto, de lunes a viernes. Los fines de semana iba a la iglesia y descansaba. Así me hice pianista.

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Su último álbum se llama Ágape y fue relanzado este año aunque se grabó en 2019. ¿Por qué?

Tuvimos inconvenientes con la única canción del álbum que no era mía sino de Milton Salcedo. Él nos obligó a quitarla y eso retrasó todo. Pero más allá de eso, el álbum tuvo miles de reproducciones por streaming en pocos días, y gracias a Dios ha logrado muy buena acogida. En él participan leyendas como el guitarrista Mike Stern, el trompetista Randy Brecker y otros músicos extraordinarios como ‘Toño’ Sánchez y Haein Kim.

Me atrevo a decir que en Ágape usted logra ya un sonido propio, a diferencia de álbumes anteriores, de corte más exploratorio…

Estoy de acuerdo, sin duda Ágape es el resultado de un largo proceso y refleja cómo quiero sonar hoy, qué quiero expresar musicalmente, algo que puede traducirse como fusión, pero que se aleja de lo común, es decir, con elementos propios que he ido incorporando. Me gustan los tiempos irregulares y las armonías complejas pero que conservan plena musicalidad.

¿Cuál es la esencia de Ágape?

Mi agradecimiento a Dios.

Habla mucho de Dios y del plan que Él ha trazado para usted…

Dios es la más grande inspiración que yo he tenido para llegar a donde estoy. Él me dio este don, yo lo único que he hecho es pulirlo. Porque no me voy a quedar acostado en una hamaca esperando a que las cosas sucedan, hay que salir a buscarlas. No veo a Dios como un asunto religioso. Lo veo como mi amigo, como alguien que me ha traído hasta aquí. A Él le debo todo, el doscientos por ciento de mi carrera.

¿Qué tanto ha pesado en su éxito el uso de las redes sociales e internet?

Si te dijera que el mundo digital ha impactado negativamente mi carrera, te mentiría. Todo está en el social media. Esa es la mejor manera de mostrar mi trabajo y que la gente me vea. El mundo es más fácil gracias a las redes sociales.

¿Cómo pueden las redes sociales ayudar a tumbar viejos prejuicios hacia el jazz y abrirle nuevos públicos?

Yo creo que hay que enviar un mensaje claro y es que el jazz es ante todo gozo. Ahora, yo me considero más un músico de fusión que de jazz. Pero como la pregunta va hacia el jazz, diría que para sacarlo de su público tradicional, hay que hacer lo que está haciendo el trompetista Ibrahim Maalouf. Hace poco estuve invitado a varios festivales en Europa y lo vi en Francia. Creo que es el único músico de la historia del jazz que llena arenas de ocho mil o diez mil personas, tocando jazz no una, sino varias fechas. Es único. Tuve el honor de hacer una colaboración con él y fue increíble, pero el punto va a que el jazz tiene que estar fusionado. Y eso hace Maalouf mejor que nadie. Fusiona jazz y hip hop, jazz y pop, música turca, latina, etc. Eso es lo que hay que hacer para mantener vivo el jazz.

¿Se le mediría a hacer una fusión con, por ejemplo, música colombiana?

Aún no ha llegado ese momento, pero siendo sincelejano, vengo de una región de Colombia donde el porro y la cumbia tienen mucho arraigo. Cuando lo haga quiero que sea algo distinto, para no repetir fórmulas. En lo que sí me he metido es en el repertorio latinoamericano. Con el bolero en particular. Este año ha sido uno de los más activos que recuerde en cuanto a grabaciones y justo estuve trabajando con Daniel Figueiredo, un extraordinario productor, considerado el ‘Kike’ Santander de Brasil. ¿Cómo tocaría Piel canela un Oscar Peterson? ¿Y Bill Evans, Así fue mi querer? ¿Y un Erroll Garner, Alfonsina y el mar? Por ahí va la cosa, pero, insisto, dándoles mi vuelta a esos temas de siempre. Con Daniel estamos metidos en un proyecto grande de grabar 27 discos de distintos géneros. Ya llevamos siete álbumes grabados y seguimos. Es lo que puedo adelantar por ahora.

¿Y el canto?

Apenas estoy empezando, estudiando mucho como si recién estuviera aprendiendo piano. Trabajo con Noel Schajris, cantante de Sin Bandera, tocamos muchos duetos juntos, y en general he estado rodeado de grandes cantantes. Pero con el canto voy despacio.

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¿Hay algún país o festival donde quisiera presentarse?

Aún no he tenido el honor de presentar mi música en festivales tan importantes como Jazz al Parque. Ojalá que eso ocurra algún día. Toco mucho por fuera, pero me gustaría tocar más en Colombia. Esta clínica-concierto en Bogotá es otra bonita oportunidad para acercarme a la gente de mi tierra.

Juan Martín Fierro


Especial para El Tiempo
@jmartinfierro