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El yihadismo se extiende desde el Sahel a la costa occidental de África

Primero, los yihadistas tomaron el norte de Malí; después, partes de Níger y Burkina Faso; y ahora aumentan los temores de que estos grupos, que multiplican sus ataques en el Sahel, se estén extendiendo a los países de África occidental.

Tras varias incursiones recientes, incluyendo ataques en Benín, Ghana, Costa de Marfil y Togo, los cuatro gobiernos están revisando su política de seguridad.

Su principal preocupación es cómo evitar repetir los errores de sus vecinos del Sahel -franja del África subsahariana que limita al norte con el desierto del Sáhara e incluye a 10 países-, donde la seguridad continúa deteriorándose.

Otro debate clave se centra en el apoyo extranjero. Después de que la junta militar en Malí tomara el poder en agosto de 2020, los vínculos con París se rompieron, lo que desencadenó la salida de las tropas francesas.

Entre los Estados costeros, Benín el más afectado por la amenaza de la expansión yihadista, con unos 20 ataques contra sus fuerzas de seguridad desde finales de 2021.

"Lo que estamos viviendo es aterrador", dice un oficial beninés a la AFP, hablando bajo anonimato. "Nos despertamos cada día sin saber si será el último", agrega.

El presidente francés Emmanuel Macron, de visita en julio, aseguró que Francia, pese a su salida de Malí, está comprometida en la "lucha contra el terrorismo" en África occidental y que está dispuesto a participar en la "Iniciativa Accra", un organismo fundado en 2017 para aumentar la cooperación de seguridad entre países en la región.

"El deterioro de la situación de seguridad en Burkina Faso y Malí ha convertido el norte de los países costeros en la nueva línea de frente contra los grupos armados que operan en el Sahel", según un informe de abril de la Fundación Konrad Adenaeur de Alemania.

Las fuerzas de seguridad están desplegadas en el norte de Togo, donde tuvo lugar el primer ataque yihadista del país en mayo de 2022, pero también en Costa de Marfil, que no ha sufrido ningún ataque desde el año pasado, y en el norte de Ghana, a pesar de que el país tampoco ha sido golpeado por ahora.

Algunos de esos ataques fueron reivindicados por grupos yihadistas conocidos y poderosos en la región, como el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (GSIM, por sus siglas en francés), la principal alianza yihadista del Sahel, vinculada con Al Qaeda.

Pero una seguridad fronteriza más fuerte podría ser "ineficaz, como lo fue en el Sahel", advierte el grupo de expertos marroquí Policy Center for the New South en un informe de agosto.

Los grupos yihadistas en el Sahel "no son ejércitos tradicionales", agrega: ellos "difunden ideas y explotan el agravio de las poblaciones" en áreas que a menudo están subdesarrolladas.

Los ataques recientes son solo "la punta visible del iceberg", según Jeannine Ella Abatan, investigadora del Instituto Panafricano de Estudios de Seguridad (ISS) con sede en Senegal.

"Desde 2019, los estudios sobre el Sahel muestran que los grupos extremistas ya estaban conectados con los estados costeros, ya sea para apoyo logístico u operativo, pero también para la financiación", dice a la AFP.

Los milicianos no ocupan territorio en Benín, Togo, Ghana o Costa de Marfil, sino que se infiltran en las regiones del norte donde realizan "ataques sofisticados", dice Abatan.

Tales ataques solo son posibles debido a que cuentan con la "complicidad" de actores locales, explica, señalando el aumento del reclutamiento entre la población fronteriza.

"Las difíciles condiciones de vida pueden alentar fácilmente a personas desesperadas a ingresar" en esas redes, señala a la AFP un oficial de policía beninés.

"El Estado debe responder urgentemente a las necesidades de estas personas, hacer que se sientan protegidos por la presencia de las fuerzas de seguridad en lugar de dejar que busquen protección de estos grupos", considera Abatan.

Para la investigador de la ISS, es necesario "abordar las raíces del extremismo violento".

Los países costeros han comenzado a tomar medidas para tratar de evitar que se propague el extremismo: en Benín, el gobierno ha lanzado proyectos de desarrollo, construyendo escuelas y hospitales, en algunas de estas áreas subdesarrolladas y lo mismo en Costa de Marfil.

Pero el Policy Center for the New South advierte que se necesita hacer mucho más y llama a dejar de militarizar la frontera.

"Sin un cambio inmediato en el enfoque", señala, la población local "colaborará con extremistas para mantenerse con vida".

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