Costa Rica
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Las hordas desbordadas

El poder es la base de la sociedad humana, en lo económico y en lo político, es el que consigue organizar todas las cosas alrededor del poderoso, a quien los seguidores en busca de una ganancia secundaria, elevan al poder, el poderoso nace de esa simbiosis.

Nadie, absolutamente nadie, puede tener el poder en solitario, necesita ese grupo de seguidores que lo elevan a la categoría de líder. No he logrado encontrar mejor lección acerca del poder que, los últimos cuarenta años en Costa Rica, una verdadera cátedra de sociología in situ.

Antes de los años ochenta, el disimulo en las líneas de poder, económico y político, eran bastante discretas. Si bien existía ese contubernio entre los más ricos y los líderes más destacados, al existir una discreta alianza entre ellos, las realidades del poder no se dejaban percibir como hoy, quizá donde fue más destacable esta alianza fue en los dos gobiernos del PAC, ahí ardió Troya, los ticos ricos grandes pactaron bajo cuerda con unos pocos dirigentes, estos dirigentes erigieron líderes capaces de repartir entre miles, las dádivas en forma de sueldos y regalías, esta en realidad fue la mejor lección de sociología para los costarricenses, claro que únicamente vieron los que quisieron ver.

Había una carencia de puestos laborales y abundaba el tipo “nini”, ni estudia ni trabaja, fue el respaldo de los padres de esas criaturas, los que dieron el espaldarazo a los dos “bisoños” políticos, Solis y Alvarado, a cambio de trabajo para sus retoños.

Quizá los dos peores gobernantes de los últimos dos siglos, y quienes lograron con su ineptitud (ellos nunca se enteraron de lo que estaban fomentando) que se destapara la corrupción y la pésima situación de las finanzas.

En un artículo, un mes antes de Solis, llamado “el gobierno estudiantil”, profeticé esta situación, los líderes habían desaparecido de los cuestionados partidos políticos tradicionales, aunque estaban por ahí merodeando, ya nadie se los tomaba en cuenta.

La ausencia de líderes tradicionales y el desgaste de los dos partidos mayoritarios, crearon un vacío de poder que se llenó por default, trayendo un maridaje entre el capital tradicional y las “Hordas desbordadas”, al servicio de ellos mismos.

Se creó el vacío total para que un Perfecto desconocido se hiciera con la presidencia de la República, mientras los pseudo líderes siguen por ahí anunciando con bombo y platillo una cuarta incursión en Las Ardenas, trayendo su sepultura perpetua de mano de otro grupo emergente.

A Bertrand Russell lo leí hace cincuenta y tres años, su lucidez es contagiosa, crea en quien lo lee, aquel deseo de saber más, y una búsqueda de la verdad incesante, ahora me encuentro de sopetón con “El poder”, obra que pese a tener más de siete décadas, es hoy quizá más actual que nunca: los seres humanos tenemos metamorfosis, no cambiamos nunca en realidad, de ahí la gran verdad de Sabiduría, Eclesiástico y Eclesiastés, no cambian nunca esos tres libros de la biblia hebrea, siguen diciendo verdades, verdades humanas. La era del COVID con sus encierros, sus políticas poco claras, su desprecio por la libertad humana, solo han sido una introducción a la “Pobreza de la sociedad”.

Este invierno tan duro, con inundaciones en la mayor parte del territorio nacional, con destrucción y dolor, pone en evidencia la pésima gestión del gobierno (me refiero a las estructuras de poder, no hablo de Chaves) y de los recursos de los municipios, todo el que puede vivir del erario público, lo hace, hay municipios y alcaldes haciendo verdaderas piñatas de Baltazar. No hay hacia dónde voltear a ver, la desesperanza alcanza a las mayorías, y la desesperanza es pésima consejera. Las hordas desbordadas tratan de tomar lo que creen es suyo, terminando de llevar al pueblo hacia el desfiladero de donde no hay retorno.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es médico