Costa Rica
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Las rutas 32 y 27: Una coincidencia demasiado sospechosa

Columna Poliédrica

Los problemas de la red vial nacional son evidentes. No es algo que se suceda de la noche a la mañana, se trata de un proceso que involucra varios gobiernos y empresas privadas; sin embargo, en este país desmemoriado, la búsqueda de culpables se hace pensando en el político de turno y por eso se pierde de vista la perspectiva histórica, especialmente, en relación con los personajes responsables de esta debacle.

Las rutas 27 y 32 tienen un responsable común. Resulta evidente que los derumbes, los congestionamientos y los peligros están presentes en ambas calles, subrayo lo de calles; sin embargo, el punto común está relacionado con el momento de su construcción, con la administración en que se hizo tal construcción y por supuesto, con la persona que inaguró esas calles.

No hay que ser ingeniero para saber que los taludes de una carretera no pueden estar en un angulo cercano o igual a los 90 grados. El dato anterior lo sabe cualquier persona medianamente informada y con mucho más razón, cualquier ingeniero que haya cursado dicha carrera en una universidad medianamente decente; sin embargo, en ambas calles, la 27 y la 32, se puede observar taludes con este problema y las consecuencias han estado a la vista desde que fueron inauguradas.

En la administración 1986-1990 se construyó e inaguró la ruta 32. En aquel tiempo la gran novedad fue la construcción del denominado tunel Zurquí, nadie se preocupó por la forma en que se construyó la ruta que, según dicen, tenía un trazado por la zona de Coronado y no por donde finalmente se hizo; en otras palabras, alguien metió cabeza de hacer la ruta por el Braulio Carrillo y con taludes que nunca han cumplido las especificaciones mínimas de cualquier carretera que se construya de manera correcta.

En la administración 2006-2010 fue el turno de la ruta 27. En este caso se decidió darla en concesión a una empresa española y en condiciones altamente rentables, ello a pesar que buena parte de la calle esa ya estaba construída y con los puentes hechos; no obstante, lo que faltaba por construir se hizo mal y ello supuso la muerte de muchas personas por derrumbes en los lugares que hasta la fecha presentan problemas.

El principal responsable de estos desastres sigue impune y no es necesario decir su nombre. Es curioso que estas obras presenten problemas similares y que se hayan hecho en administraciones en que su principal responsable es la misma persona, es decir, no es necesario ser muy suspicaz para pensar que se ha primado la inaguración en lugar de seguridad y a lo mejor otras cosas, especialmente, en lo relacionado con la calle 27 cuyas ganancias en todos estos años son más que evidentes.

Hay cosas que de largo parecen y de cerca no hay duda. No se trata de ser mal pensado, pero son muchas las coincidencias y personajes coincidentes, por lo menos da para subir la ceja y sospechar de que hay algo raro en todo esto; en palabras sencillas, la malicia indigena de nuestro pueblo permite pensar que hay alguien que se ha beneficiado y mucho de este tipo de situaciones.

Como decían nuestros abuelos: Ella sola se moría y entre todos la mataban.

 (*) Andi Mirom es Filósofo

andimirom@gmail.com

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