Costa Rica
This article was added by the user . TheWorldNews is not responsible for the content of the platform.

Neymar: ¿truhán o víctima?

Neymar nunca ha sido santo de mi devoción, aunque ni loco me abstengo del placer de una gambeta, un regate, una pelota tocada con varita mágica, un conejo que sale del sombrero, alucinantes trucos con zurda como con diestra.

Busco en YouTube sus mejores jugadas y me olvido de que enfrente se está jugando en vivo el Mundial de Catar 2022. El talento de Neymar me atrapa y me quedo absorto en el video. Igual de surrealista, sin embargo, puede ser un resumen de sus faltas simuladas.

Neymar es, como alguna vez escribí, el David Copperfield de las faltas fingidas, un ilusionista, un actor, un candidato al Óscar, capaz de dar varias vueltas en el aire, potencial acróbata en el Circo del Sol, casi contorsionista en el suelo entre lamentos por el golpe jamás recibido.

El brasileño es un genio, tanto en la simulación como con la pelota en los pies. Eso complica juzgar cada jugada. Las patadas tampoco faltan contra un talentoso, pícaro, fenomenal, indescifrable y veloz atacante.

Su juego individualista lleva siempre la jugada a un centímetro de la infracción, como bien descubrió Serbia: de 12 faltas contra Brasil, nueve castigaron a Neymar. El brasileño recibe palo, pero de tanto mentir, no siempre los árbitros le creen. Y no los culpo.

Una vez me quedé boquiabierto, después de verlo volar, cual víctima de una salvajada digna de cárcel, cuando la repetición en cámara lenta reveló que ni lo habían tocado.

Esta vez, sin embargo, tiene el tobillo derecho como de elefante. Esta vez es cierto, como en otras ocasiones.

Desde su llegada al PSG, no pocas veces ha quedado inhabilidado, según un reportaje del diario Marca. En 2018, jugando en el torneo galo, una fractura en un dedo lo dejó fuera tres meses. En enero del 2019, una recaída por una dura falta lo sacó 85 días más. En junio del 2019, la ruptura de ligamentos del tobillo derecho, en un juego con Brasil, le costó 63 días de baja y perderse la Copa América (ganada por Brasil sin él). En diciembre del 2020, otra patada en el torneo francés le lastimó el tobillo izquierdo y lo incapacitó por 27 días. Justo hace un año, en noviembre, volvió a salir en camilla, con lágrimas y el tobillo izquierdo lesionado.

Tampoco olvido el rodillazo en la parte baja de la espalda que lo sacó de Brasil 2014 con fractura de una vértebra lumbar, en el juego de cuartos de final ante Colombia, un golpe que Brasil no pudo superar y que de alguna forma pagó con la catástrofica derrota por 7 a 1 en semifinales a manos de Alemania, a la postre campeona en el Maracaná.

No sé si le sirve de consuelo a Costa Rica traer a colación semejante paliza, aunque como bien sugiere aquello de “mal de muchos, consuelo de tontos”, nada borra lo sucedido a la Sele ante España en Catar 2022. Borrarlo, no se puede. Superarlo, sí.

Y en todo caso, tampoco es mal de muchos.

El Brasil de hoy parece ajeno a aquella catástrofe nacional, en la que 18 remates a marco fueron pocos ante la efectividad alemana, con siete goles en doce intentos. El Brasil de hoy también necesita de Neymar, pero no parece depender de él, con jugadores como Vinícius y Richarlison.

Queda pendiente de comprobación cuánto afecta su baja al de momento mejor equipo de Catar 2022, de vertiginoso ataque, pases rápidos, paredes, fintas, regates y mucha jugada individual (si no, no sería Brasil).

Yo, como seguro usted, quedo a la espera de la recuperación de Neymar. Quiero festejar cada vez que lo detengan limpiamente. Quiero odiar su teatro. Quiero disfrutar sus malabares. Para qué negarlo.

Neymar recibe de Nemanja Gudelj una de las nueve faltas con que Serbia intentó anularlo. (NELSON ALMEIDA/AFP)