San José.- La pérdida de confianza es una de las tablas flojas del gabinete de Rodrigo Chaves, y la destitución del viceministro de Seguridad Randall Vega, lo pone en evidencia.
Vega se mantenía en su puesto del Gobierno de Carlos Alvarado, y dijo a Noticias Minumental que toma la decisión de Chaves con naturalidad, pues considera que es parte del proceso de cambio del gabinete.
En un comunicado, Presidencia informó que la pérdida de confianza se dio luego de que Vega permitiera un proceso licitatorio para la compra de vehículos que aparentemente, venía a favorecer a una empresa específica.
En declaraciones a la prensa Vega rechazó los señalamientos. Lo mismo hizo, con mucha más efusividad, en sus redes sociales.
Fue un verdadero honor servir a mi país como Viceministro de Seguridad Pública, especialmente en tiempos complicados.
La publicación infundada que hizo Presidencia en mi contra; intentando ensuciar mi honorabilidad y la de mi equipo de trabajo; quedara aclarada oportunamente.
A mis amigos, familiares, compañeros de trabajo, y personas que me conocen; les agradezco las muestras de confianza y apoyo que me han brindado en este difícil momento.
La dificultad para armar un equipo de confianza y que se adaptara a los salarios que podía pagar el Gobierno complicaron el panorama para Chaves, quien en menos de días le ha dado el “abrazo” de despedida a diez de sus jerarcas.
Toda una bronca
Así las cosas, el 13 de mayo, solo 8 días de después de asumir el cargo el exviceministro de Cultura, Guillermo Seravalli dejó su puesto para atender asuntos legales relacionados con su anterior trabajo en la Municipalidad de Moravia.
Solo un mes después, el 24 de junio el exviceministro del Ministerio de Educación Pública (MEP), Rodolfo Chévez por “motivos personales”.
El rosario de salidas continúa con otra salida del gabinete por pérdida de confianza. Esta se dio el 3 de agosto, cuando destituyeron al viceministro de Cultura, Ernesto Calvo por “pérdida de confianza”.
De acuerdo con información recavada por el Semanario Universidad, el 8 de agosto, la exviceministra Académica del MEP, Rocío Solís, dio un paso al lado.
Para sorpresa de nadie, el 2 de setiembre Chaves destituyó a la ministra de Comunicación, Patricia Navarro, luego de llevar una relación tóxica con la prensa.
En setiembre la cosa se ha agudizado. El 8, Edgar Mata, dejó su cargo como viceministro de Agricultura en medio de tesiones con la entonces jerarca del inisterio de Agricultura, Laura Bonilla, en realidad, era solo la antesala de la caída de Bonilla.
La líder exportadora no logró hacer click más que con el sector exportador (sorpresa sorpresa) y ante el enojo de los productores y la poca comunicación con las partes involucradas en el tema agro del país, se vio forzada a renunciar.
Como se decía bien durante los gobiernos del PAC y las “salidas amistosas” que se daban, “la renunciaron” solo un día después de la salida de Mata, cuya carta de renuncia aún tenía la tinta fresca.
Luego vendría una de las más recordadas y lamentadas salidas del gabinete del presidente Chaves: el 17 de setiembre, sin que lo esperara nadie, y en medio de dudas sobre la legalidad del acto, el mandatario destituye al expresidente ejecutivo de la CCSS, Álvaro Ramos por una discusión sobre alcances de la regla fiscal para frenar la alza de salarios en la institución.
Casi por último, el 7 de setiembre se da la tercera salida en el MAG, lo que pone en evidencia la más que precaria situación de comuncación entre esa cartera y los agricultores de hueso colorado. La viceministra Rocío Valerio se fue, alegando como la mayoría, motivos personales.
Las tablas flojas en el Gobierno ponen en evidencia la necesidad de cohesión a lo interno del gabinete en función de los planes de Chaves para mantener la gobernanza en el país, sin embargo, esas líneas se están apenas escribiendo.
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