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Petro, el "revolucionario" moderado que conquistó el poder para la izquierda en Colombia

Después de cuatro décadas de lucha, primero en armas y luego en democracia, Gustavo Petro, que tomó juramento este domingo como el primer presidente de izquierda en Colombia, es un revolucionario de anteojos y verbo elocuente, que hoy se define ante todo como un progresita.

Por los próximos cuatro años, el exsenador y exguerrillero de 62 años llevará las riendas de un país acostumbrado a los gobiernos de élites conservadoras y liberales.

"Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos a gobernar, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el poder, pero lo logramos", señaló Petro en su discurso de investidura.

Petro agitó por tres décadas las banderas de la oposición y solo fue hasta su tercer intento que logró ganar la presidencia en el balotaje del 19 de junio.

Nació en una familia de clase media, fue educado por sacerdotes lasallistas y estudió economía. Orador consumado, en su vida política siempre ha enarbolado las divisas de la ruptura y el cambio. Antes de ganar el balotaje, Petro se definió como "un revolucionario obstinado".

Poderosos sectores económicos y de las Fuerzas Armadas temen que el gobierno de Petro sea un "salto al vacío" o guíe el país hacia un socialismo fallido.

A otros, más moderados, les repele su mesianismo. "Él se cree predestinado (...) la única persona que puede salvar a Colombia", resumió una fuente próxima al mandatario que habló bajo reserva al portal independiente La Silla Vacía antes de su elección.

Petro se presenta como progresista antes que un izquierdista, para evitar que lo asocien con las guerrillas marxistas que por seis décadas han avivado el conflicto armado y no pocos odios entre los colombianos.

Pero su pasado en la lucha armada lo persigue y es el caballo de batalla de sus adversarios. Después de deponer los fusiles en 1990, se vio forzado a un exilio de tres años en Europa ante las amenazas de muerte.

Casado con Verónica Alcocer y padre de seis hijos, Petro celebra cada triunfo con la fuerza electoral que lo llevó inéditamente al poder, en su mayoría jóvenes, negros, indígenas, sindicalistas o miembros de la comunidad LGTBI+.

"Lo importante no es de dónde venimos, sino a dónde vamos. Nos une la voluntad de futuro, no el peso del pasado", dijo este domingo.

Petro militó por 12 años en el M-19, una guerrilla nacionalista de origen urbano, antes de firmar la paz en 1990. Admirador del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, en la clandestinidad adoptó el nombre de Aureliano, en homenaje al personaje de "Cien Años de Soledad".

Fue detenido y torturado por militares, y estuvo preso durante un año y medio. Siempre fue un combatiente "mediocre", recuerdan sus antiguos compañeros de armas. En su biografía lo resalta: "Nunca sentí, a diferencia de muchos de mis compañeros, una vocación militar (...) [lo que] yo quería era hacer la revolución".

Su "opción preferencial por los pobres", sostiene, no proviene del marxismo sino de la teología de la liberación.

Tras su investidura, ordenó traer la espada del "Libertador" Simón Bolívar, hurtada en 1974 por el M-19 y símbolo de su insurgencia hasta el desarme.

Petro ha hecho suya la defensa del medio ambiente: plantea frenar la exploración del petróleo (cuyo comercio representa el 4% del PIB) e iniciar una "transición" hacia energías limpias.

Después de su elección sorprendió con sus designaciones en ministerios claves como Economía y Defensa, en las que optó por reputados académicos e investigadores.

Ante los miedos que provoca, asegura que no buscará la reelección previa reforma constitucional, ni venganzas personales, y que respetará la propiedad privada.

Petro también se propone reformar la policía, implicada en violaciones de derechos humanos, y regular los ascensos al interior de las Fuerzas Militares, que considera clasistas. Petro es el primer exguerrillero al que las tropas deben jurarle lealtad.

Después de firmar la paz, llegó al Congreso en 1991 y más adelante a la alcaldía de Bogotá (2012-2015).

Como parlamentario se destacó por denunciar los nexos de políticos con los sangrientos paramilitares de ultraderecha, pero como alcalde ganó fama de autoritario y se echó en contra a una parte de la ciudad por su caótico plan para estatizar la recolección de basura.

Daniel García-Peña, asesor de Petro en la época y quien se alejó de él por su "despotismo", aún recuerda sus "dificultades para trabajar en equipo".

Tiene "un temperamento muy impetuoso y autoritario, y cuando se empeñaba en sacar adelante sus propuestas (...) no supo concitar y convocar a los diferentes sectores para ponerlas en práctica", comentó el también profesor universitario.

Petro ganó sin embargo "cierta madurez" y hoy es una "persona más serena, tranquila", contrastó una fuente del entorno del presidente electo que habló bajo reserva con la AFP.

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