Costa Rica
This article was added by the user . TheWorldNews is not responsible for the content of the platform.

Síntomas de agotamiento de una democracia

El raro ejemplo de una negociación exitosa que condujo a la firma del Acuerdo de Paz de Esquipulas II, hace 35 años, probó que la diplomacia funciona aun en el peor momento de una confrontación.

Aquel triunfo del diálogo sobre el poder de las armas —en el contexto de los últimos años de la Guerra Fría— no resolvió, sin embargo, los viejos desafíos de la región, todavía no superados y que se suman a los retos actuales, cada vez más apremiantes. Porque la diplomacia no es apaciguamiento, sino prudencia.

La lucha contra la desigualdad y la exclusión que convive con problemas sociales, económicos y culturales de carácter estructural, los efectos del cambio climático y el calentamiento global que impiden un desarrollo sostenible y originan nuevas olas de migraciones forzosas, el crimen organizado y la creciente corrupción dentro de la Administración Pública evidencian los vacíos básicos de los gobiernos, oquedad que es aprovechada por los ciberdelincuentes, los contrabandistas de flora y fauna, los mineros ilegal, los traficantes de armas y para otras actividades ilícitas.

Además de la crisis sanitaria, la covid-19 disparó el gasto público, la escasez de alimentos, la inflación mundial y la reconfiguración de las cadenas de suministros, cuyos costos aumentarán. Estas nuevas correas de transmisión están poniendo a prueba la gestión pública en todas partes del mundo.

Construcción del Estado

Los retos actuales imponen, sin temor a exagerar, la necesidad de revisar el concepto mismo de la construcción del Estado: desde la seguridad hasta la atención médica; de la educación a la cultura; de la protección del ambiente al desarrollo sostenible; del crecimiento económico a la equidad; del cambio tecnológico a la generación de empleo; de la revolución digital a la inclusión financiera; y del Estado de derecho a la paz.

Es el turno de la política, y sus operadores principales —los partidos políticos— deben ocuparse de cerrar la brecha existente entre las demandas de los ciudadanos y las soluciones de políticas públicas eficientes, eficaces y oportunas. Porque hoy, a decir verdad, los partidos políticos realmente no nos representan.

Vivimos en la sociedad del conocimiento, una transformación positiva de los últimos años, una herramienta muy útil y siempre oportuna, que nos permite caminar hacia la experiencia de ubicarnos en el entorno que es nuestro mundo, optar por una manera de autotransformación para conocernos mejor y abrazar con fuerza la creación de un nuevo arte de vivir y convivir.

Con todo y sus virtudes, la sociedad del conocimiento y la cultura digital que ha creado, de naturaleza atemporal y diferenciada, incluso ubicua, conviven con las brechas digitales que causan exclusión, falta de oportunidades y desigualdad social. La cultura digital probó que la hiperconectividad es responsable del efecto perverso de la indiferencia, hija del individualismo y enemiga de la solidaridad.

La calidad de la democracia

Los eventos siguen siendo globales porque no hay tal desglobalización en marcha, porque tenemos todavía una epidemia entre nosotros y una agresión armada en Ucrania que nos concierne, que demandan de los principales operadores políticos un verdadero giro de timón, el anclaje con puntos de interfaz con una profunda institucionalización de los parlamentos que asegure amplios espacios para el control político, la construcción de confianza entre interlocutores legislativos y actores extraparlamentarios, así como mayor razonabilidad de los costos de transacción para legislar sobre políticas públicas, austeras y transparentes.

Es absolutamente impostergable la formación política mediante la innovación transformativa, un espacio de análisis del estado actual del mundo y los peligros que acarrearía no realizar los cambios fundamentales utilizando la experimentación para propiciar cambios sociotécnicos, encaminados hacia la sostenibilidad y eficiencia de la gestión del Estado.

Debemos embarcarnos en los estudios sobre el futuro y la prospectiva junto con sus premisas fundamentales: el impacto y la predictibilidad, con visión a largo plazo, desarrollando la disciplina de la anticipación y la gestión del conocimiento, para derrotar el cinismo que ocasiona que mucha gente crea que la política no puede operar ningún cambio.

corderocostarica@gmail.com

El autor es analista de políticas públicas.