Guatemala
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La importancia de los procesos de integración en el crecimiento económico: El caso de España

El año 2022 vino marcado por la invasión rusa de Ucrania -que ha tenido profundas implicaciones, también en el ámbito económico- y que llegó cuando todavía el mundo no se había recuperado plenamente de los efectos de la pandemia. Pese a ello, el comportamiento de la economía guatemalteca fue muy notable con una tasa de crecimiento del 4%, tras haber crecido en 2021 un 8% adicional. Algunos factores explicativos de ese crecimiento son comunes a los de la economía española como por ejemplo, la importante llegada de inversión extranjera directa. Una inversión que se trata de apuntalar con actividades como las desarrolladas en el marco de la reciente Feria Internacional de Turismo (FITUR) celebrada en España y en la que Guatemala ha tenido un papel protagonista como “país socio”. Otros factores explicativos de este crecimiento económico son, en cambio, muy diferentes. Tal sería el caso del crecimiento del consumo, favorecido por la fuerte entrada de remesas en este país.

El desempeño de la economía española, que es el que mejor conozco, también ha sido muy positivo, con un crecimiento del PIB que ha vuelto a ser en 2022, por segundo año consecutivo, superior al 5%. Se trata del mayor crecimiento económico entre las grandes economías de la zona euro y ha venido acompañado de una fuerte creación de empleo, superándose los 20 millones de empleados y reduciéndose la tasa de desempleo a los niveles de 2008. Todo ello ha sido compatible con un nivel de inflación del 5,7%, el más bajo de toda la zona euro.

Son muchos los factores que explican este buen desempeño español en un contexto internacional tan complejo. Pero me gustaría destacar tres causas principales que explicarían este fenómeno:

En primer lugar, una política económica caracterizada por la agilidad en la toma de decisiones, que ha permitido poner en marcha medidas encaminadas tanto a reducir la inflación como a apoyar a aquellos sectores económicos y grupos de población más vulnerables y afectados, primero por la pandemia; y más recientemente por la escalada de precios. Esas medidas coyunturales han ido acompañadas de una serie de reformas y proyectos de inversión a largo plazo que se han articulado a través del Plan de Recuperación, lo que permite sentar las bases para un crecimiento inclusivo y sostenible en el medio y largo plazo.

En segundo lugar, y estrechamente relacionado con lo anterior, la rápida, coordinada y decidida respuesta europea a las distintas situaciones a las que ha habido que hacer frente en los últimos años. Desde el punto de vista financiero, esa respuesta se ha traducido en los denominados fondos “Next Generation EU”, que destina 750.000 millones de euros para todos los Estados miembros en función del impacto de la pandemia sobre cada país. De esos fondos, España ya había recibido más de 30.000 millones a finales de 2022. Y se han destinado a proyectos en sectores estratégicos como el vehículo eléctrico, la salud, las energías renovables, el sector agroalimentario, el agua y saneamiento o el sector aeroespacial, entre otros. Son proyectos seleccionados por su alta capacidad de arrastre para el crecimiento económico, el empleo y la competitividad de la economía española, complementando así las medidas de política económica.

Finalmente, se ha potenciado la atracción de inversión extranjera directa, que superó los 30.000 millones de euros en 2022, récord histórico en España. Es decir, por una parte las medidas de política económica que se han puesto en marcha han despertado la confianza de los inversores en la economía española; y por otra, los proyectos estratégicos financiados gracias a los fondos “Next Generation EU” han generado unas oportunidades que las empresas no dejado escapar.

No es exagerado afirmar, pues, que la integración de España en la Unión Europea -cuya presidencia ostentaremos en la segunda mitad de este año- está en la base del proceso de recuperación económica; al permitir afrontar de forma común y coordinada los tiempos tan convulsos que atraviesa el mundo, tanto desde el punto de vista económico como político.

Cabría preguntarse, en consecuencia, si una mayor integración económica a nivel centroamericano contribuiría a mejorar el desempeño de las economías de la región mejorando incluso, las ya de por sí buenas cifras guatemaltecas. El deseo de Guatemala de impulsar el Proceso de Integración Profunda entre Guatemala, Honduras y El Salvador va en esa dirección y conllevará evidentes beneficios para todos sus socios.