Bolivia
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Del libro Transplurinacional

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Jorge Ortuño Luna / Filósofo e Investigador

Hace unos meses se presentó en territorio boliviano el libro Transplurinacional. Perspectivas desde el arte sobre un territorio en mutación (2021), segundo volumen de una serie de arte contemporáneo, un aporte editorial que enriquece el horizonte de pensamiento de las prácticas estéticas contemporáneas en el país. Sale a la luz Bolivia como una anomalía, y el libro como un laboratorio, presentando una recolección de ejercicios de escritura heterodoxa que buscan indagar sobre las artes en unas Bolivias cuyas identidades son diversas, pero que coexisten bajo la premisa de la plurinacionalidad.

El libro fue editado por el escritor argentino Santiago García Navarro y el curador Douglas Rodrigo Rada. La coedición la comparten Kiosko Galería y la Agencia Internacional de Cooperación Española, dos de las contadas entidades que le ponen el hombro al fomento de la producción, reflexión y formación del arte contemporáneo en nuestro país. Este libro es además el segundo tomo de una colección inaugurada en 2019 con el libro Corrosión y anomalía. Escenas del arte contemporáneo boliviano.

Ninguno de los volúmenes de esta serie sigue un solo eje temático rector, se trata más de un caleidoscopio que deja convivir en su interior la diferencia de percepción de lo político entre los autores invitados. Lo que conecta a los ensayos que conforman el libro es el contexto del que provienen, el de la aceleración de la turbulencia en Bolivia —como los acontecimientos de octubre de 2019 y la violencia política que se desencadenó posteriormente—, una situación de emergencia.

Santiago García puntualiza: “Lo que sí estaba planteado desde el primer volumen, y va afianzándose a medida que andamos, es el proyecto de interrogar las imágenes de lxs llxamadxs ‘artistas contemporáexs’ para entender cómo sintonizan o entran en conflicto, cómo cuestionan o se entremezclan con otras visualidades, no blancas, no (del todo) occidentalizadas, plebeyas, pobres, populares, enraizadas en el campo, las áreas naturales y las ciudades de los Andes, el Chaco y la Amazonía”. (p. 198).

Golpean en su recorrido algunas preguntas que capturo al vuelo: ¿La referencia a cuerpos, sentires y epísteme indixs en las obras de los artistas contemporánexs es una relación unilateral o de ida y vuelta? ¿Qué sentido tiene seguir sosteniendo la centralidad de la categoría q`ara de arte contemporáneo en un tiempo de reemergencia de la episteme india? ¿Será la epísteme india la que nos permita reinventar un mundo en clave postoccidental? (pp. 197-199).

En este segundo volumen escriben autores de procedencias diferentes, voces de una generación diferente de pensadores de Bolivia: la socióloga y gestora cultural Denisse Aguilar (1979), la poeta y artista Jessica Freudenthal Ovando (1978), la catedrática Carol Cainsborg, el curador Max Hinderer (1980), junto a un texto del mismo editor Santiago García Navarro (1973) que cierra el libro redondeando las temáticas tratadas.

En el ensayo de Carol Gainsborg “Perdidos y escondidos fuegos: la grieta como consciencia”, la autora ejercita un doble ejercicio de inventar una interpretación de imágenes fotográficas del devenir de la democracia boliviana, conectándolo de modo paralelo con la visita a obras escogidas de arte contemporáneo boliviano, mayormente relacionadas con el performance. Entre otras, obras como Demarcación (2007) de Roberto Unterladstaetter, que orina las cuatro paredes del cubo blanco; Bolivian Nobody (2001) de Valia Carvalho, que ofrece siete imágenes de su cuerpo cubierto con un vestido de plástico con los colores de la bandera de Bolivia; o la ya clásica performance de Galo Coca Llénalo (2007), que Gainsborg lee aludiendo a la imagen del aparapita, según la presentó Jaime Sáenz: “beber hasta sacarse el cuerpo y en el alcohol encontrar el posible desdoblamiento del espíritu que corporeiza la distancia”. (p. 160).

Hablando del aparapita, el orureño Luis “Cachín” Antezana ya había construido un aparato de lectura al hacer dialogar la imagen del saco del aparapita de Sáenz con el concepto de abigarramiento propuesto por René Zabaleta, refiriéndose a la imbricada realidad social boliviana. También la utilizó el curador chileno Justo Pastor Mellado como imagen conceptual para la Bienal Internacional SIART de 2011. Este saco de aparapita, que grafica una yuxtaposición de remiendos, donde estos remiendos se efectúan con el saco puesto —a la medida del cuerpo—y que se vale de retazos de los más variados materiales, sirve efectivamente para hablar de un cuerpo social diverso que tiene zurcidas diversas capas, una encima de otra, sin conferirle articulación real al conjunto. Es la historia de la bolivianidad —señala Gainsborg—, una historia de remiendos sobre otros remiendos, “yuxtapuestos en performance, en esta unidad que termina siendo la identidad que forzamos en creer única”. (p. 157). En definitiva, un lúcido ejercicio en tono desencantado que revela las inconsistencias de la búsqueda por una identidad boliviana.

En cuanto al ensayo de Denisse Aguilar, “¿De la nación a la plurinacionalidad?”, se trata probablemente de uno de los textos fundantes de la idea misma de la colección de estos volúmenes; recuerdo que desde hace años Rodrigo Rada me comentaba de la importancia que tenía la investigación que Dennise venía realizando. Al respecto, Santiago Navarro resalta: “Muchas de las obras a las que se refiere Denisse intentan poner en evidencia el revés de la trama de lo nacional.

¿Qué ocultan con sus símbolos y discursos los imaginarios de la nación? ¿Cómo se formaron y por qué vías y procedimientos terminaron naturalizándose? ¿Y por qué la imaginaria unidad boliviana sigue siendo apelativa, mientras en la experiencia se constata y vuelve a constatarse su inviabilidad?”. (p. 200).

En suma, y para no extenderse demasiado, se trata de un libro denso, fascinante, con múltiples registros, que utiliza el análisis de obras de arte contemporáneo boliviano para hablar de algo más grande e importante que el arte contemporáneo en sí; se compromete con ser lo que los buenos libros de filosofía llegan a ser: nuevos lentes para ver. Cumple en este sentido con la premisa que guía a los verdaderos escritores, que entienden que escribir es el ejercicio de devenir otra cosa que escritores. Y más importante aún, en el contexto de un Estado Plurinacional que vive actualmente un proceso de compensación para los sectores minoritarios e históricamente más frágiles dentro de la sociedad boliviana, el libro

Transplurinacional. Perspectivas desde el arte sobre un territorio en mutación, representa un ejercicio necesario, señala un modelo de trabajo que las autoridades del Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización y sus entidades subordinadas harían bien en replicar y prolongar para activar después políticas públicas en favor de las prácticas artísticas.